martes, 28 de junio de 2016

Pablo de Tarso en la fundación y la expansión del cristianismo

Es imprescindible, para la correcta comprensión del presente artículo, leer los siguientes versículos de la Biblia, en los que se narra la conversión de Pablo:

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
Hch 9, 1:18

Aunque en sus cartas Pablo nunca dice dónde nació ni cuándo, se calcula que debió ser en torno al 5 – 10 d. C. Es en los Hechos de los Apóstoles (22, 3) donde se afirma que nació en Tarso, Cilicia (al sur de la actual Turquía) y no hay por qué dudar de este dato, pues aunque Pablo se criara en el seno de una familia judía muy religiosa, es obvio que era un judío de la Diáspora debido a que constantemente muestra rasgos característicos de un profundo carácter helenístico. El apóstol posee una mentalidad ciudadana y es consciente de su pertenencia a una realidad tan amplia como el Imperio Romano (aunque se duda que fuera ciudadano romano como tal, privilegio que no todos los habitantes del imperio poseían), lo cual tendría mucha influencia en su pensamiento religioso.


"San Pablo", por El Greco

Pablo afirma ser judío, de la tribu de Benjamín, y fariseo. Posee una buena formación, pues maneja e interpreta la Biblia (en su traducción al griego) tal y como lo hacían los rabinos de su tiempo. Gracias a sus cartas podemos observar cómo dominaba además la “epistolografía”, es decir, los tipos de composición de cartas de la época helenística, y también los recursos usuales de la retórica griega básica. Sobre sus cartas, los investigadores están prácticamente de acuerdo en que solo siete de las trece que llevan su nombre son auténticas (1 Tesalonicenses, Gálatas, Filipenses, Filemón, 1 y 2 Corintios y Romanos), las demás son obra de sus discípulos, más o menos directos.

La vida religiosa de Pablo de Tarso tuvo tres etapas bien diferenciadas. Como hemos dicho, Pablo era un judío fariseo convencido. En su juventud se dedicó a perseguir a todo aquel judío que afirmase que Jesús era el mesías. Esta tarea le hizo conocer cuál era el pensamiento de los primeros seguidores de Cristo.

Posteriormente, una segunda etapa se desarrollaría en su vida religiosa tras su “llamada” (pues él nunca llamó a su experiencia con Dios “conversión”). En ella, Pablo reflexiona, medita y madura su nueva fe, y hace los primeros viajes como apóstol. Su última etapa comienza cuando definitivamente reconoce su fe en el nuevo mesías, y parte desde Antioquía para realizar su primer viaje con misión evangelizadora por Chipre y Asia Menor, para proseguir más tarde prácticamente por todo el Mediterráneo. El cristianismo tendrá desde el principio un fuerte afán misionero.

En un principio, Pablo y otros misioneros se dedican a predicar entre judíos, por lo que el mensaje se transmite en las sinagogas y sus alrededores. A ellas no solo acudían judíos, también los llamados “temerosos de Dios”, gente atraída por el judaísmo que participaba en la vida religiosa de la sinagoga pero que no cumplían con las Leyes de Moisés. Hay que tener en cuenta que para convertirse al judaísmo es necesario observar preceptos judíos en relación a la comida, las fiestas, el Sabbat…y los hombres debían circuncidarse, algo que no era plato de buen gusto. Por estas razones existía este grupo, y por ellas también el mensaje de Pablo caló tan rápidamente en estas personas.

El discurso de Pablo sobre Jesús no versaba sobre el relato de su vida, sino que más bien se basaba en el alzamiento de dos hechos en particular: su muerte y su resurrección. Estos dos hechos son los que redimen la situación de pecado de la humanidad completa, no solamente judía, sino la de todo el mundo: es decir, el discurso de Pablo es universal, al contrario que el de Jesucristo, que se dirigía tan solo a los judíos. El apóstol interpreta la muerte de Jesús como un sacrificio expiatorio, una muerte inocente que carga con la culpa de la humanidad, y la resurrección como vindicación divina, para demostrar que Jesús era realmente el mesías y que gracias a él todos los pecados han sido perdonados. Este pensamiento es fundamental para la situación descrita en el párrafo anterior, ya que según Pablo, la muerte sacrificial de Cristo permite a la humanidad salvarse tan solo a través de la fe en Dios y en Jesús, es decir, la obra ya no importa, no hay que seguir los preceptos del judaísmo y la circuncisión tan solo debía de ser espiritual.

Es así como el cristianismo se aleja definitivamente del judaísmo, ya que Pablo, viendo la facilidad con la que su mensaje calaba entre los gentiles (simpatizantes del judaísmo) se separa definitivamente de las sinagogas y comienza a formar comunidades que serán cristianas, sin haber pasado antes por el judaísmo. Este hecho enfadó a la comunidad judeocristiana (comunidades que eran judías pero que creían que Jesús era el mesías) de Jerusalén, muy conservadora y liderada por Santiago, hermano de Jesús, ya que pensaban que la circuncisión y la observación de las leyes de Moisés estaban directamente unidas a la fe en el mesías.

A través de esto se obtiene que Jesús, realmente, se ocupa poco de los orígenes del cristianismo, y que quien comienza a establecer las bases necesarias para que exista un grupo diferenciado dentro de la sinagoga que se separe definitivamente del judaísmo y el judeocristianismo es Pablo. Sin embargo, esta concepción de religión separada es algo posterior al apóstol, que no pretendía fundar una nueva religión, sino añadir al judaísmo una rama en la que Jesús tomase parte.


Bibliografía:


Alvar, J., Blázquez, J.M., Fernández Ardanaz, S., López Monteagudo, G., Lozano, A., Martínez Maza, C., Piñero, A., Cristianismo Primitivo y Religiones Mistéricas. Madrid: Cátedra, 2010. 

Piñero, A., Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid: Trotta, 2011.

Piñero A. (Ed) Orígenes del Cristianismo. Antecedentes y primeros pasos. Madrid: Ediciones el Almendro, 1995.




Imágenes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_de_Tarso


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