martes, 21 de noviembre de 2017

Feminismo negro: sus orígenes con Sojourner Truth, desarrollo y relevo por bell hooks

Los caballeros dicen que las mujeres necesitan ayuda para subir a las carretas y para pasar sobre los huecos en la calle y que deben tener el mejor puesto en todas partes. Pero a mí nadie nunca me ha ayudado a subir a las carretas o a saltar charcos de lodo o me ha dado el mejor puesto, y ¿acaso no soy una mujer? ¡Mírenme! ¡Miren mis brazos! ¡He arado y sembrado, y trabajado en los establos y ningún hombre lo hizo nunca mejor que yo! Y ¿acaso no soy una mujer? Puedo trabajar y comer tanto como un hombre si es que consigo alimento ¡y puedo aguantar un latigazo también! Y ¿Acaso no soy una mujer? Parí trece hijos y vi como todos fueron vendidos como esclavos, cuando lloré junto a las penas de mi madre nadie, excepto Jesucristo, me escuchó y ¿Acaso no soy una mujer?

El discurso de Sojourner Truth (anteriormente llamada Isabella Baumfree) en la Convención de los Derechos de la Mujer en Akron en el año 1852, conocido como Ain´t I a woman? (¿Acaso no soy una mujer?) es considerado el “texto” fundacional del feminismo negro. Era por entonces una mujer de unos cincuenta años, liberada hacía algo más de dos décadas de la esclavitud (la abolición de la esclavitud en el estado de Nueva York, de donde era Sojourner, no se llevó a cabo hasta 1827). Consiguió, antes de la abolición, escaparse a Canadá con uno de sus hijos, y volvió al ser definitivamente liberada para rescatar a otro, que había sido vendido ilegalmente. Fue la primera mujer negra en ganar frente a un tribunal un caso contra un hombre blanco, recuperando a su hijo. 


Sojourner Truth en 1870

En la década de los cuarenta, y tras tener una experiencia religiosa, Isabella (a partir de ese momento, Sojourner) comenzó a simpatizar con el adventismo, una rama del protestantismo surgida en esos años en Estados Unidos. Su discurso tiene mucho de la oratoria practicada en las iglesias, y la oralidad del relato hace frente a la racionalidad de la escritura de los textos fundacionales típicos del feminismo blanco. Estos rasgos permiten entender el carácter contrahegemónico, desde sus orígenes de este movimiento y se convierten en una de sus herramientas de resistencia.

Sojourner Truth, esta antigua esclava iletrada, fue la primera en mostrar los intereses y las reivindicaciones de las mujeres negras, aludiendo a la necesidad de observar que ellas sufren múltiples discriminaciones debido no solo a ser mujer, sino también a su “raza”. Truth deconstruye la categoría hegemónica de mujer y realiza una intersección de “raza” y género, reivindicando la reelaboración del término “mujer”, pues esta doble discriminación las posiciona como “no-mujeres”. Mientas el feminismo ilustrado se desarrolló a partir de Simone de Beauvoir y su afirmación “No se nace mujer. Se llega a serlo”, los discursos de género del feminismo negro parten de una negación, exclusión o interrogante.

El pensamiento feminista de las mujeres negras se construye a partir de estas reivindicaciones. La influencia del contexto en el que surge, es decir, momento de lucha de las personas de origen africano en EE.UU., marca a este movimiento irremediablemente. La lucha contra la esclavitud, contra la opresión, la marginación, la pobreza y las violaciones constituye las bases del movimiento. Ciertos reclamos son también característicos del feminismo en general, pero no puede dejar de reconocerse que las mujeres negras han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de una discriminación agravada por el racismo imperante, por lo que a partir del siglo XIX, y sobre todo, cuando se sustituyó el esclavismo por el racismo general (incluso dentro del movimiento feminista) como nuevo sistema de opresión, el feminismo negro hubo de constituirse como movimiento independiente.

Aunque es cierto que el feminismo surgió como un movimiento común, de lucha por la liberación de las mujeres y también de las personas negras, éste siguió posteriormente un desarrollo que tuvo como protagonistas a las mujeres blancas, más específicamente, a las mujeres blancas de clase media. El abolicionismo y el sufragismo son, desde muy pronto, movimientos que tienden frecuentemente al desencuentro, pues las mujeres negras sienten como la palabra “género” se observa desde una perspectiva excluyente desde el feminismo, obviando las diferencias entre las propias mujeres, sintiéndose excluidas y marginadas.

Este fenómeno del “abandono” a las mujeres negras tiene una simple explicación, muy bien acotada por Gloria Jean Watkins, más conocida como bell hooks (1952) como una de las activistas negras más aclamadas del siglo XX. Cuando las mujeres blancas reclamaron en la lucha por los derechos civiles que todo el mundo (mujeres blancas y personas negras) tuvieran derecho a voto, al ver que los hombres negros lo conseguían y ellas no por la cuestión del género, prefirieron aliarse con los hombres y unirse a la supremacía blanca, eliminando el problema de la raza. Las mujeres blancas basaron el movimiento feminista, a partir de este momento, en torno a la idea de la opresión compartida, proponiendo que las mujeres formaban una especie de casta sexual, sin admitir las diferencias ente las propias mujeres.

De esta forma, mientras la alianza entre hombres y mujeres negras se hacía más fuerte, la ruptura del sufragismo era patente. Los clubs de mujeres negras fueron excluidos; e incluso en las grandes marchas por el sufragio femenino, las líderes (blancas) del movimiento asumieron la política segregacionista instando a las mujeres negras a caminar de forma separada. Esta discriminación sirvió a las mujeres negras de clase trabajadora como nexo de unión, creando un vínculo interclasista que ha diferenciado al feminismo negro del feminismo blanco de origen burgués: el feminismo negro no solo evidenció la inconformidad de éste con el feminismo blanco, sino que además incorporó la lucha contra la opresión racial, sexual, heterosexual y clasista; es decir, introdujo una respuesta basada en la intersección de los sistemas de opresión simultáneos.

A pesar de la abolición de la esclavitud, la discriminación racista sustituyó a la esclavitud como “moderno” criterio de desigualdad, sufrido tanto por hombres como por mujeres negras. A mediados de los cincuenta del siglo XX surge el Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, que buscaba la plena igualdad de derechos de los que no gozaba la comunidad negra de este país. Martin Luther King se convierte en el símbolo de este movimiento, que tuvo como fruto los programas de acción afirmativa, que, aunque acabaron con la base legal de la segregación racial y la exclusión política y creó una clase media negra con grandes oportunidades educativas y laborales, propulsó la violencia en los guetos de las grandes ciudades (especialmente tras la muerte de Luther King) y las estructuras de liderazgo de la comunidad negra se debilitaron. 


Martin Luther King en su histórico discurso de 1963

Por otro lado, sectores conservadores de las élites respaldados por cristianos fundamentalistas refugiados en el partido republicano que terminaron imponiéndose en el gobierno comenzaron a intentar frenar luchas feministas como el aborto libre. Las mujeres negras, cargadas de estereotipos debido a esta nueva violencia en los guetos y perjudicadas por la oposición republicana hacia los avances en la liberación de la mujer, salieron de nuevo doblemente perjudicadas.

Así pues, el feminismo negro siguió siendo a mediados del siglo XX un fenómeno irremediable y necesariamente separado. Las feministas negras a partir de los años 60 y 70 lucharon por el reconocimiento de su identidad en contra de las representaciones de las mujeres negras en los discursos dominantes, en las que eran tan solo una figura importante en la familia y los servicios sociales. La activista bell hooks, en su libro El feminismo es para todo el mundo, cuenta como cuando se introdujo en el mundo del feminismo en un grupo de la universidad en los años setenta era la única chica negra, y cuando comenzó a darse cuenta del racismo implícito en el feminismo blanco y a reclamar que se reconociera el sesgo racista, muchas “la acusaron de traidora (…) pues pensaron que desviaba la atención del género”. Hooks cree indispensable la introducción de la cuestión de la “raza”, sin la que una verdadera sororidad entre todas las mujeres es impensable:

Nuestra intención no era ensombrecer la sororidad, sino poner en marcha políticas concretas de solidaridad que hicieran posible una verdadera sororidad. Sabíamos que no podría haber una sororidad real entre mujeres blancas y de color si las blancas no eran capaces de despojarse de su supremacía de raza, si el movimiento feminista no era antirracista.

La autora muestra como poco a poco, y a diferencia de lo que ocurrió en los siglos XVIII y XIX cuando el movimiento feminista aún estaba en períodos de formación, las mujeres blancas se dan cuenta de que la introducción de la “raza” en la lucha por la igualdad de géneros “supuso la reformulación de la teoría y la práctica feministas. Las participantes del movimiento feminista afrontaron la crítica y los desafíos sin perder su compromiso más sincero con la justicia o la liberación (…). Esto nos muestra que, a pesar de haber estado profundamente equivocadas, en muchas feministas fue más fuerte la voluntad de cambiar, de crear un espacio que hiciera posible le lucha y la liberación, que la necesidad de aferrarse a creencias y suposiciones erróneas”. 


Bell hooks en 2016

A pesar de la aceptación y la toma de conciencia del feminismo blanco con las reclamaciones del feminismo negro, la lucha debe continuar. Las personas negras son aún víctimas de estereotipos y fuertes discriminaciones aun en sociedades occidentales, donde forman grupos cualitativamente importantes. Tampoco acaban las discriminaciones a la mujer, por lo que la unión de género y raza no debe diluirse, pues aún quedan muchos asuntos pendientes por tratar. bell hooks lo siente así:

Todas las mujeres blancas de este país saben que su estatus es muy distinto al de las mujeres negras y de color, y lo saben desde muy pequeñas porque tanto en la televisión como en las revistas solo ven imágenes como la suya. Saben que el único motivo por el que las personas de color están ausentes y son invisibles es porque no son blancas. Todas las mujeres blancas de este país saben que su raza es una categoría privilegiada y, por mucho que decidan reprimir o desmentir este hecho, no significa que lo desconozcan. Simplemente lo están negando.

           
BIBLIOGRAFÍA

Beltrán, E., Maquieira, V. (eds.), Feminismos: debates teóricos contemporáneos, Madrid: Alianza Editorial, 2012.

hooks, b. El feminismo es para todo el mundo. Madrid: Traficantes de sueños, 2017.

Jabardo, M. (ed). Feminismos negros. Una antología. Madrid: Traficantes de sueños, 2012.

Neira Cruz, A., “Aportes del feminismo negro y los feminismos críticos al estudio de los hombres y las masculinidades”. Polisemia: revista del Centro de Pensamiento Humano y Social, 14 (2012): (24 – 37).

Miranda, E., “La historia del movimiento feminista negro en Estados Unidos”, El orden mundial en el siglo XXI, 7/6/2016, [consultado: 15/11/2017].
Enlace: https://elordenmundial.com/2016/06/07/movimiento-feminista-negro-estados-unidos/

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