miércoles, 25 de octubre de 2017

Primera sesión del ciclo de conferencias Estudios sobre Europa, el mundo mediterráneo y su difusión atlántica (HUM-680)-Polycentricstates


El próximo jueves 2 de noviembre tendrá lugar en la Universidad Pablo de Olavide la primera sesión del ciclo de conferencias Estudios sobre Europa, el mundo mediterráneo y su difusión atlántica (HUM-680)-Polycentricstates, en el cual Éufrates tiene el placer de volver a colaborar como venimos haciendo los dos últimos años. El ciclo está organizado por el grupo de investigación homónimo de la Universidad Pablo de Olavide, del que forman parte todos los organizadores. En este curso las conferencias se extenderán hasta finales de mayo o principios de junio y seguirán contando con investigadores de vanguardia en cada una de las sesiones, de las cuales os iremos informando conforme se vayan acercando en el tiempo. Por su parte, la primera sesión contará con dos ponencias, la primera estará a cargo de Gibrán Bautista y Lugo (UNAM, México) y lleva por título "Constructores de la integración: negocios globales y cohesión de la monarquíaen perspectiva comparada 1592-1633", mientras que la segunda será por parte de Javier Rodríguez Cárdenas con el título "La Iglesia en el noroeste novohispano. Fray Francisco de San Buenaventura y su labor pastoral en el Nuevo Reino de León, 1753-1760". El acto dará comienzo a las 16:00 hrs. en el aula 3 del edificio 13 de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla. 

Desde Éufrates os invitamos a ir a estas enriquecedoras conferencias que, más allá de las ponencias, gozan siempre de un ambiente muy bueno para debatir y plantear cuestiones relacionadas con las intervenciones. Allí estaremos algunos de nosotros y esperamos veros a vosotros también. Para más información podéis contactar directamente con nosotros a través de nuestro correo que os enlazamos AQUÍ.

¿No soléis asistir a este tipo de eventos porque creéis que no van con vosotros? os recomendamos que leáis nuestro artículo ¿Por qué tengo que asistir a congresos?, en el que damos algunas buenas razones por las que merece la pena participar en conferencias, seminarios y congresos.


miércoles, 18 de octubre de 2017

Jornadas "Mujeres que hacen historia"

El día 27 de octubre tendrá lugar en la Universidad Pablo de Olavide un evento organizado por la misma junto con La Odisea de la Historia, con el patrocinio de Éufrates Revista de Historia:



"Una jornada para repensar el papel de las mujeres en la historia y visibilizar la investigación histórica hecha por mujeres".

Ya no quedan plazas de inscripción para esta primera edición, pero visto el éxito que ha supuesto, se celebrara una segunda el día 3 de noviembre.

Para más información, haz click en el siguiente link, que redirige a la página oficial del evento:



martes, 17 de octubre de 2017

El discurso de Pericles. Atenas como ideal democrático

El devenir histórico de la Polis ateniense vio su curso marcado por importantes alteraciones en su estructura política: desde su constitución prístina en la que las magistraturas sólo eran accesibles para la aristocracia, donde “ciudadano” era sinónimo de “compañero de linaje”, hasta el régimen isonómico/democrático, el cual, pese a las restricciones legales que dificultaban el acceso a la ciudadanía, era esencialmente opuesto al anterior. Si la primera etapa quedó bien reflejada en los poemas homéricos, la naturaleza de la última queda retratada en los tres discursos pronunciados por Pericles, los cuales fueron recogidos por Tucídides en los dos primeros libros de su Historia de la Guerra del Peloponeso, siendo el segundo de ellos (II 35 - 46) el más emblemático y, por ende, sobre el que versará el presente artículo.

Además de ser uno de los elogios fúnebres más famosos de toda la literatura, el mencionado alegato, a priori una parte más del ceremonial, celebrado en 431 a.C., en memoria de los caídos tras el primer año de la guerra mantenida por Atenas y Esparta junto a sus respectivos aliados, es en realidad uno de los más hermosos elogios dirigidos a Atenas y a lo que esta representaba. Se trata de un manifiesto en primicia del espíritu de su sistema de gobierno, la Democracia, y del carácter y modo de proceder de este pueblo, constituyendo a su vez una justificación de su política imperialista.


Se ha de matizar desde un principio que este no es un artículo de Historia Política ni de Sociología, sino de Historia de las Ideas, por lo que, en este caso, la intención no es dilucidar la exactitud histórica del gobierno ateniense, el cual, evidentemente, aparece idealizado en el Discurso; se trata de analizar el documento en sí, cuya relevancia reside en ser la expresión prístina de la teoría democrática y, particularmente, el reflejo que la propia Atenas creía ver de sí misma. No interesarán, por tanto, ni la opinión personal de Tucídides, ni sus intenciones; tampoco se tendrá en cuenta la posible objetividad o idealidad del texto.



Tucídides (c. 455 a.C. – c. 498 a.C.), político e historiador ateniense, autor de la Historia de la Guerra del Peloponeso.

El tema central del alegato es la exposición de los principios que condujeron a Atenas a esa situación de poder, y “con qué régimen político y a qué modos de comportamiento este poder se ha hecho grande” (II 36, 4), con la intención de demostrar la nula validez de las críticas oligárquicas pro-espartanas hacia el régimen de Atenas, que, por el contrario, es un modelo a seguir para el resto de poleis griegas, e incluso para comunidades extranjeras (cabe destacar que en la obra de Tucídides, por primera vez en la Historia, se engloba a griegos y bárbaros dentro de una misma realidad ontológica).


Pericles (c. 490 a.C. – c. 429 a.C), líder demócrata perteneciente al genos Alcmeónida, constantemente reelegido como strategos entre 443 y 431.

            De las primeras observaciones dadas por Pericles (II 37, 1) pueden extraerse tres ideas fundamentales: un nombre específico, igualdad ante la ley y consideración pública del individuo:

  Su nombre, Demokratia, se debe a que los asuntos del gobierno no dependen de unos pocos, sino de la mayoría, y siempre en favor de los intereses de esta mayoría (aunque no especifica quién la integra).

  La segunda idea que define es el tratamiento igualitario en lo que concierne a los asuntos privados; la ley otorga a todos los particulares los mismos derechos, políticos y civiles. Para el individuo, la igualdad supone la supresión de los privilegios ligados al nacimiento y la riqueza, antaño vinculados a la jerarquización social. Podría traducirse de la siguiente manera: el ideal de igualdad de la nobleza, destinado a mantener un equilibrio que evite una concentración excesiva de poder en uno de sus miembros (los homoioi espartanos o los pares de la nobleza medieval europea), se ha extendido a la totalidad de los ciudadanos; la Diké (justicia) ha dejado de ser una pena impuesta por las deidades al quebrantamiento del orden natural, para convertirse en un principio resultante del deliberar entre iguales.

  Desde sus primeros tiempos, los griegos se han caracterizado por una búsqueda compulsiva del honor (buen ejemplo de esto es la historia de Cleobis y Biton narrada por Heródoto,  Historias I 31), siendo el fin de toda carrera pública la consecución de una distinción personal. Pericles afirma que en la esfera de lo público se pone en funcionamiento la meritocracia, que, manteniendo el principio de igualdad, otorga el ejercicio de los cargos públicos en función de las capacidades personales de los individuos. La misma conjunción de fuerzas que, mediante el reconocimiento de la igualdad, conduce a eliminar la sanción jurídica que percibe las diferencias sociales como naturales, es la que, invirtiendo la situación, lleva a sancionar las diferencias naturales como las únicas diferencias sociales válidas en el ámbito jurídico. La asignación de un cargo público, por tanto, no dependerá ya de la suerte del individuo, sino de su valía, la cual no viene dada ni por su prestigio, ni por sus orígenes, ni por su condición social, sino por sus propias cualidades subjetivas, quedando así derogado el determinismo característico del pensamiento platónico. Todo esto, en suma, implica el reconocimiento de la diferencia individual en el interior de la igualdad general.

La Democracia hace compatible el trabajo privado con la dedicación en la vida pública; así prosigue su Discurso el general ateniense (II 37, 2; 38). Todos los ciudadanos tienen derecho a atender sus asuntos particulares, pero la extensión de la igualdad obliga a todos a prestar servicio al Estado, cosa que antaño sólo incumbía a la nobleza. Es necesaria, por tanto, la supresión del criterio de pobreza si se quiere convertir a todos los atenienses en ciudadanos efectivos, pues esa es la raíz de toda idea democrática. Dos principios que originalmente eran antagónicos se han hecho ahora conciliables. Para aliviar las fatigas resultantes de esta multitarea, los atenienses tienen a su disposición multitud de medios de esparcimiento, ya que la virtud de la Polis viene dada por el bienestar de los politai (ciudadanos), tal y como Aristóteles afirmará posteriormente.
           
El parágrafo que sigue (II 39) es una comparación entre las disciplinas militares y sistemas educativos de atenienses y espartanos: mientras que estos dedican su vida a alcanzar la fortaleza por medio de un entrenamiento de rigor excesivo, que reduce la complejidad humana al puro músculo, aquéllos vuelven a conciliar dos cualidades a priori antitéticas (el uso de la razón y la deliberación se une a la acción decidida y vigorosa).
           
El Discurso alcanza el momento del clímax al pronunciar la siguiente afirmación, que define de forma rotunda las virtudes del ser ateniense: “Amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación” (II 40, 1). El ateniense adopta como actitud vital el gusto por lo bello (Philokaloûmen), situándose en las antípodas de la monótona vida exclusivamente dedicada a la guerra que caracteriza al ser espartano. Pero ahí no queda la cosa, pues la belleza no se ama de cualquier manera, se ama con sencillez, de acuerdo al estilo de vida moderado y equilibrado del ateniense, con una literatura y unas manifestaciones artísticas capaces de evitar los excesos, muy diferente, a su vez, del ceremonial pomposo adoptado por el ser bárbaro de Oriente, quien cree haber encontrado la felicidad plena en la ostentación del lujo exagerado (se aprecian paralelismos con la conversación que mantuvieron Solón de Atenas y Creso de Lidia, relatada por Heródoto en Historias I 28 – 33). Junto a esto, su gusto por el saber no tiene como fin el jactarse de tener amplios conocimientos sin más, sino la búsqueda de la utilidad, pues el uso de la razón no persigue alcanzar la verdad absoluta, más bien resultados eficaces, adecuados a las circunstancias y destinados a la salvación de la Polis y el bienestar de sus habitantes. Al establecer estas diferencias, el demócrata ateniense se percibe a sí mismo como el máximo estadio de la evolución humana, capaz de razonar y actuar a un mismo tiempo.


Reconstrucción de la Acrópolis, símbolo del esplendor cultural de Atenas en el siglo V a.C.

Según dice el strategos, el impuesto establecido en Atenas para financiar a los asistentes a la asamblea popular permite a quienes viven en condiciones precarias prestar un servicio al Estado, lo cual les brinda una oportunidad para demostrar sus capacidades y, gracias a la meritocracia, cambiar su condición. No se reprocha la pobreza en sí, sino a aquella persona que rehúsa de la coyuntura que se le otorga para salir de esta, por no querer participar en la vida pública. Por primera vez en la literatura helénica se hace mención a la posibilidad de salir de la indigencia.
           
Pericles resume el pretendido preámbulo de su Discurso de la siguiente manera: “afirmo que nuestra ciudad es, en su conjunto, un ejemplo para Grecia” (II 41, 1), y por consiguiente, para toda la humanidad, dado que entre su público se encuentra gente de muy diversa procedencia; además, se debe tener en cuenta la conciencia general de humanidad propia de Tucídides, ergo todos ellos podrán llegar a ser demócratas algún día.
           
Llegados a tal punto de grandeza, los hechos hablan por sí solos, por ello “no necesitamos de ningún Homero que nos haga el elogio ni de ningún poeta que nos deleite de momento con sus versos (…) nos bastará con haber obligado a todo el mar y a toda la tierra a ser accesibles a nuestra audacia, y con haber dejado en todas partes monumentos eternos en recuerdo de males y bienes” (II 41, 4 - 5). Los hechos de Atenas llevarán en volandas la grandeza de la ciudad hasta la eternidad tal y como han sido, sin necesidad de engrandecerlos; los fracasos también merecen ser recordados, puesto que todos los proyectos concebidos por la Democracia ateniense, independientemente de su resultado final, han contribuido a demostrar su espíritu emprendedor y el valor de sus ciudadanos.
           
Finalmente, concluido el magnífico canto a los ideales de su patria, Pericles procede, de acuerdo con lo establecido en un principio, a elogiar a los caídos en su nombre (II 42 - 46).
           
Queda claro, pues, que la Democracia extiende al conjunto ciudadano la estructura nobiliaria de las sociedades oligárquicas (el ideal del héroe homérico), para lo cual, estas han tenido que renunciar a sus exclusividades: desprecio de la pobreza y del trabajo privado o físico, así como la creencia en una superioridad o inferioridad heredadas de los progenitores, dando paso por primera vez a la existencia de una verdadera comunidad. Las ideas de Pericles conforman uno de los más altos horizontes engendrados por la mente helena en su constante búsqueda de perfección. Pese a no dejar de ser, como reza en el encabezamiento de este artículo, un ideal (y como tal, desnaturaliza la realidad de la condición humana al suprimir mentalmente al menos la mitad de la misma), supone una aspiración que todo sistema democrático necesita preservar para constituirse como tal, al menos mientras se pretenda garantizar la dignidad del individuo y traducirla a derechos.


Bibliografía:

HERMOSA ANDÚJAR, A.: “Pericles y el ideal de la democracia ateniense”, Res Publica, 5 (2000), pp. 45-72.

RODRÍGUEZ ADRADOS, F.: La Democracia Ateniense, Madrid: Alianza Editorial, 1993.

SEALEY, R.: “Democratic Theory and Practice” en SAMONS, L.J. (coord.): The Cambridge Companion to the Age of Pericles, Cambridge: Cambridge University Press, 2007, pp. 238-257.

TUCÍDIDES: Historia de la Guerra del Peloponeso, II, Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 2015.


Imágenes:





Sobre el autor

Juan Manuel Ortega Madroñal
Estudiante de Historia por la Universidad de Sevilla. Sus principales áreas de interés se centran en la Historia Antigua, especialmente la Asiriología y el Mundo Clásico, así como la herencia que la Antigüedad ha legado a los períodos posteriores. Complementa sus estudios universitarios con exhaustivas lecturas de los historiadores griegos y romanos (siendo Tucídides y Tácito sus predilectos), junto con el aprendizaje de la filosofía política del Renacimiento.


martes, 10 de octubre de 2017

Las candidaturas al trono tras la revolución de La Gloriosa en 1868

La llamada revolución de La Gloriosa tuvo lugar en septiembre de 1868. Cuarenta y cinco dirigentes de ideología progresista y demócrata, entre los cuales se encontraban el general Juan Prim y Prats y el general Serrano, se enfrentaron al reinado de Isabel II. Tras la victoria en la Batalla de Alcolea el 18 de septiembre, se formó un gobierno provisional, dirigido por el General Serrano, que proclamó las libertades de expresión, asociación, reunión y la libertad de cultos.

La Constitución se promulgó el día seis de junio de 1869. Era necesaria la búsqueda de un nuevo rey, puesto que estaban decididos a mantener la monarquía en España. Se barajaban varias posibilidades, y de ellas debieron ocuparse Serrano, que había sido presidente del Gobierno Provisional formado tras la Gloriosa, y elegido regente por las Cortes el 15 de junio de 1869, y el General Prim, que en la sombra era quien lo organizaba todo.

Por un lado estaba la candidatura de Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo de Luis Felipe de Orleans, rey de Francia. Estaba casado con la hermana de Isabel II, Luisa Fernanda, y apoyado por la antigua Unión Liberal y una parte del ejército. Hay que tener en cuenta que su relación con Isabel II era, cuanto menos, tormentosa. Era de todos sabido que había financiado golpes contra ella, así como la propia Gloriosa. Además, no dejaba de vérsele como a un rey extranjero y siendo francés tendría problemas por el recuerdo de la Guerra de Independencia.

Las candidaturas portuguesas planteaban dos problemas a Inglaterra, protectora tradicionales del país vecino: la unidad dinástica y territorial entre España y los lusitanos y la posible pérdida de las importantes relaciones comerciales entre ambos. El iberismo (o unión ibérica) era visto con un gran temor tanto desde Gran Bretaña como desde Francia. Además, ni siquiera los propios candidatos estaban de acuerdo con aceptar el trono español. Por un lado, Fernando de Sajonia-Coburgo, que había sido rey consorte de Portugal junto a la fallecida reina María II, era ya de una avanzada edad y decidió rechazar el trono. El hijo mayor de ambos, Pedro V, era Gobernador de Brasil, por lo que su candidatura no se planteó. Por otro lado estaba Luis I, el segundo hijo del matrimonio, rey de Portugal, que tampoco veía clara la unión con España.

También se miró hacia el joven reino de Italia para el problema de las candidaturas al trono. En él, a la altura de 1870, se había establecido una monarquía dirigida por la familia de Saboya. El monarca,Víctor Manuel II, tenía como sucesores a Humberto I, después a Amadeo de Saboya (duque de Aosta) y finalmente a Tomás de Saboya (duque de Génova), su sobrino. La primera candidatura italiana que se presentó al trono de España fue la de Amadeo, a instancias de Prim. Pero esta candidatura presentaba un problema: la familia de Saboya, al unificar Italia, había provocado que el amplio territorio de influencia del papado quedase reducido al Estado del Vaticano, lo cual les había costado la excomunión. Además, el propio Amadeo rechazó el trono español. Así Prim, respaldado por el Gobierno, sugirió la candidatura del duque de Génova (de tan sólo 13 años) a finales de 1869. Pero la propia madre del duque se oponía a la candidatura, de modo que acabó descartándose a pesar de los esfuerzos de Prim. En el verano de 1870 se consideró lícito  revisar la propuesta de la candidatura al trono de Amadeo de Saboya, pero eso sería ya en el verano de 1870 .

La candidatura del prusiano Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen parecía factible, pues era católico y no tenía problemas con el Papa. Estaba casado con Antonia María de Portugal, la hermana del rey de Portugal, Luis I, y del Gobernador de Brasil, Pedro V, así hija de Fernando de Coburgo-Sajonia y de la ya fallecida María II de Portugal. Por tanto, el miedo al iberismo tanto desde Inglaterra, como desde Portugal, trató de frenar esta candidatura. La Unión Ibérica, que deseaban demócratas y progresistas, era posible puesto que además de estar Leopoldo casado con Antonia María, su hermana, Estefanía de Hohenzollern, estaba casada a su vez con Pedro V de Brasil. Puede que el interés de Bismarck (artífice de la unificación alemana) en la candidatura de Hohenzollern radicara en su intento de acercarse al mundo colonial portugués, en una época en la que Alemania no gozaba de los beneficios de los imperios coloniales que tenían Francia e Inglaterra.


El gobierno provisional de 1869

 La negociación para la candidatura de Hohenzollern se hizo en secreto, y de nuevo a instancias de Prim. En un principio sólo este, Sagasta, Salazar y Mazarredo, durante los primeros meses del año de 1870, trabajaron en ella. Los franceses reaccionaron pronto, pues tenían miedo a quedar cercados entre la monarquía prusiana y una España con un rey Hohenzollern, lo cual hacía recordar los tiempos de Carlos V.

 La candidatura de Hohenzollern se truncó definitivamente en España por el asunto del Telegrama de Ems, el casus belli de la guerra franco-prusiana (1870-1871). El embajador francés, Benedetti, se entrevistó con el rey Guillermo I de Prusia, en el Balneario de Ems (en Renania-Palatinado, junto al río Lann, en la frontera de Alemania con Francia). En dicha entrevista se dejó claro, por parte de Guillermo I, que Leopoldo no sería rey de España y que la candidatura se retiraría. Sin embargo, Benedetti exigió al rey “la seguridad de que aquella candidatura no se volvería a presentar en el futuro”. Según el príncipe de Radziwill, Guillermo debió negar, a través de él, tres veces, que aceptaría negociaciones sobre esto. Así, con este acto visto como soberbia por Benedetti, y el telegrama que Bismarck publicó sobre la entrevista (que se ocupó de hacer ver como un deseo belicista de Guillermo I) llevaron a la declaración de guerra por parte de Francia el 19 de julio. Quedaba así descartada la candidatura de Leopoldo, si bien en los años posteriores a la victoria prusiana, Bismarck tendría guardados candidatos Hohenzollern para España, manteniendo así temerosa a la derrotada Francia.

La candidatura que se consideró “menos peligrosa” fue la de Amadeo de Saboya, que como he indicado anteriormente, se volvió a sugerir en 1870. Pero su reinado, iniciado en 1871, resultó ser un fracaso que apenas duró dos años, lo cual seguramente tenía uno de sus motivos en el hecho de que el monarca no hablara castellano. Amadeo renunció al trono español el 11 de febrero de 1873. Fue entonces cuando surgió la idea de formar, por primera vez en la Historia de España, un Estado republicano. Emilio Castelar, futuro presidente del Poder Ejecutivo en la I República, decía:

Señores, con Fernando VII murió la Monarquía tradicional; con la fuga de Doña Isabel II la Monarquía parlamentaria; con la renuncia de D. Amadeo de Saboya la monarquía democrática: nadie ha acabado con ella; ha muerto por sí misma.” (Sesión del Congreso de los Diputados de los días 10, 11 y 12 de febrero de 1873, p. 131).

Como vemos, la cuestión de la candidatura al trono español no radicaba únicamente en los intereses nacionales. Nuestros vecinos europeos también miraban con atención lo que aquí se decidía con el objetivo de estar preparados para lograr sus pretensiones. Las enrevesadas conexiones familiares entre las distintas casas reales servían de tablero de juego para las ambiciones de los políticos, que veían en los matrimonios y las candidaturas la ocasión perfecta para ejercer más poder sobre el país propio o los aliados. España, sin duda, no era una excepción. Con el antiguo imperio colonial  ya en absoluta decadencia, era mucho más sencillo que antes intentar controlar el trono desde fuera.

Bibliografía:

Congreso de los Diputados, Sesión permanente celebrada en los días 10, 11 y 12 de febrero de 1873, Madrid: Carlos Bailly-Bailliere, 1873, p. 131.

Espadas Burgos, Manuel [et al.], Historia General de España y América, Tomo XVI-2,  Madrid: Rialp, 1981, pp. 190-192.

Fuentes, Juan Francisco, El fin del Antiguo Régimen (1808-1868): política y sociedad, Madrid: Síntesis, 2007, p. 235.

Paredes Javier, Historia Contemporánea de España, siglo XIX, Barcelona: Ariel, 2008, pp. 263, 264.

Speroni Gigi, Amadeo de Saboya, rey de España, Barcelona: Editorial Juventud, 1989, p. 88.

Suárez Cortina, Manuel, La España liberal (1868-1917): política y sociedad, Madrid: Síntesis, 2006, pp. 31, 33-35.

Fuente de la imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:LeopoldHS.jpg (autorizada para reutilización).


Sobre la autora:

Ariadna Muriel Humanes

Graduada en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (promoción 2012-2016), en el último curso elegió los itinerarios de Historia Contemporánea e Historia de América. Su Trabajo Fin de Grado consistió en un estado de la cuestión respecto al estudio de la experiencia emocional de los soldados de la Primera Guerra Mundial en el frente occidental. Sus intereses giran en torno de la microhistoria, la Historia de las Emociones y la Historia Social, así como en las artes y su relación con el proceso histórico. Además, es actriz en una asociación teatral de Rivas Vaciamadrid.

Actualmente se dedica a escribir artículos para revistas digitales independientes de divulgación histórica y reseñas literarias en un blog de autoría propia, en castellano e inglés (https://elacantiladodedover.wordpress.com/).