jueves, 6 de julio de 2017

La yerba mate: el “oro verde” del Paraguay en la época colonial

¿Quién alguna vez no observó a un argentino, uruguayo o brasileño tomar mate? ¿De dónde procede esta costumbre de trasladar un mate, un termo y un poco de yerba a cualquier lugar del mundo al cual se trasladan? Intentaré como historiador (y argentino) explicar brevemente el origen, difusión y consumo de este producto que hoy día continúa arraigado en los países del cono sur de Sudamérica. Una mirada al periodo colonial de aquella región nos permitirá obtener algunas respuestas…

La leyenda…
Según cuentan en una época muy antigua de aquellas regiones, cuando los santos andaban por el mundo, llegó uno de ellos a la sierra donde estaban los yerbales. Algunos lo identifican como protagonista de la leyenda a Santo Tomás (o Tomé), mientras otros atribuyen a la Virgen este prodigio. Lo cierto es que la leyenda afirma que esta figura santa tenía hambre y sed, y entonces un papagayo le indicó dónde encontraría gente humana que podría socorrerlo; señalando un lugar donde habitaban guaraníes (indios de la región). Éstos lograron satisfacer la sed y el hambre del santo, y en recompensa de su buena acción les dijo que le pidieran lo que deseaban. “Caá…caá” expresaron los nativos, refiriéndose a la yerba mate; árbol venenoso que cubría amplias extensiones de esas tierras y que protegían espíritus malignos. El santo respondió que debían tostar al calor de la lumbre sus hojas, y la que es hoy letal yerba, se convertirá, mezclada al agua, en su bebida predilecta. Luego el santo desapareció y desde entonces los guaraníes iniciaron con una costumbre que hasta hoy día perdura: el consumo de la yerba mate.


La yerba del Paraguay en la época colonial
La primera referencia documental que se tiene sobre el consumo de yerba mate entre población no nativa data del año 1594, cuando el jesuita Juan Romero comentaba que en la Villa de la Concepción del Bermejo (ciudad fundada en 1585 por los españoles en el Gran Chaco) tanto indios como españoles toman “agua mezclada con yerba que llaman del Paraguay”. Desde entonces, se sucedieron toda una serie de prohibiciones para limitar su consumo, sin embargo, su avance fue continuo entre mestizos y blancos. En los primeros años del siglo XVII ya se extendía por todo el territorio de las gobernaciones del Paraguay y del Tucumán. Hacia 1630 existen referencias que ya se conoce la yerba mate en España, al menos en un círculo cerrado de intelectuales interesados por el mundo americano. En esos mismos años alcanzó uno de sus mercados más importantes: la región alto-peruana.

El mercado peruano, junto con el rioplatense, será el predilecto de la yerba paraguaya; a tal punto fue importante que al propio producto se lo asocia con el término “mate”, que proviene del quechua (hace referencia a un tipo de calabaza que se utiliza para beberla) y no al vocablo guaraní “kayguá”. El incremento del consumo de este producto nos obliga a tener en cuenta dos cuestiones interesantes:

En primer lugar el impacto social del mismo. Como dijimos, la yerba mate interesó a toda la sociedad colonial; aunque su propio consumo marcaba al mismo tiempo las diferencias en esta sociedad estamental. “La toman en abundancia pobres y ricos, los pobres en vasos de calabazas pintadas o de palo santo y los ricos en los mismos vasos guarnecidos de plata con bombillas de lo mismo…” afirmaba el padre jesuita José Cardiel; y además decía que los más ricos agregaban “azúcar y pastillas aromáticas” al agua, mientras que los menos pudientes debían conformarse sin mezcla alguna. Es decir, cómo se consumía esta bebida y si se agregaban o no “aditivos” a la misma exponía la condición social del individuo que la tomaba. Por tanto, el incremento del consumo de la yerba mate se debió a su capacidad durante los siglos XVII y XVIII para extenderse a toda una sociedad que, si bien era estamental y con profundas diferencias entre sus componentes, compartía la predilección por este producto paraguayo.

Ahora bien, para que la yerba mate alcance tierras peruanas de manera frecuente desde el siglo XVII hubo un mercado económico que se desarrolló y, a nuestro parecer, es éste el segundo aspecto que debe considerarse como clave.

Es imposible referirnos a todos los circuitos económicos en los cuales la yerba fue protagonista durante el período colonial; dada su rápida expansión e importancia. Sólo basta decir que la cantidad producida de yerba fue incrementándose a lo largo de dos centurias, siendo el principal producto de la región del Paraguay. La yerba se dirigía con frecuencia a los puertos de Santa Fe y Buenos Aires, y luego se redistribuía por vía terrestre hacia Córdoba, Tucumán, Potosí y Chile principalmente.

Las reducciones jesuíticas, productoras de “yerba caá mirí”
Los pueblos de guaraníes administrados por los jesuitas lograron hacia principios del siglo XVIII tener yerbales de gran calidad y en importante cantidad dentro de sus reducciones. Allí se desarrolló la llamada “yerba caá miri”, “cernida y sin tierra” (escribe el padre Cardiel) que la diferenciaba a la explotada en la región del Mbaracayú (Paraguay) caracterizada por ser “de palos y tierra”. Por tanto, la yerba elaborada en las reducciones jesuíticas fue de mayor calidad y con un precio que generalmente fue el doble que la explotada por los paraguayos.

Esta producción jesuítica de mayor calidad y precio, generó mayores conflictos a los ya existentes entre los vecinos de Asunción (capital de la provincia del Paraguay), principales interesados en el incremento del comercio de la yerba; y los miembros de la Compañía de Jesús. A ello se sumó que los jesuitas gozaban de la exención de impuestos por parte de la corona hispana, dado su misión religiosa en estas tierras; lo cual aumentó aún más el disgusto entre los vecinos asuncenos para con los miembros de esa orden religiosa. El comercio de la yerba y las disputas constantes, explican en gran medida las dos expulsiones de la ciudad de Asunción que experimentaron los jesuitas a mediados del siglo XVII y durante la “Revolución de los Comuneros” (1721-1735); situaciones previas a la definitiva expulsión de tierras rioplatenses de los jesuitas entre los años 1767 y 1768. Luego de la expulsión, la producción decayó en aquellas regiones que antiguamente ocupaban las reducciones; sin embargo, no desapareció por el interés de los guaraníes en su consumo.  De hecho, hasta hoy día, las tierras de la provincia de Misiones (actual Argentina) constituyen una de las mayores productoras de yerba mate de la región.

Para concluir esta breve referencia a la yerba mate del Paraguay en la época colonial, debemos decir que este fue un producto clave para toda la región. Más allá de las disputas y conflictos que generó su comercio, y los sendos intentos de prohibición de su consumo por parte de la corona; la predilección por ella siguió avanzando, constituyéndose en el verdadero “oro verde” del Paraguay, fue el producto que posibilitó el intercambio y obtención de muchos otros durante el periodo colonial, y sin duda fue una riqueza que aún en nuestros días tiene gran importancia entre los que nacimos en aquellas tierras. 

Bibliografía

Avellaneda, M. Guaraníes, criollos y jesuitas. Luchas de poder en las Revoluciones Comuneras del Paraguay. Siglos XVII y XVIII, Asunción: Academia Paraguaya de la Historia y Tiempo de Historia, 2014.

Furlong, G. Misiones y sus pueblos guaraníes, Posadas, 1978.

Garavaglia, J. C. Mercado interno y economía colonial. Tres siglos de historia de la yerba mate, México: Grijalbo, 1983.

Morner, M. Actividades políticas y económicas de los jesuitas en el Río de la Plata, Buenos Aires: Centro Editor de Cultura, 2008.

Solé Rodríguez, O. Leyendas Guaraníes. Montevideo, 1902. Edición Facsimilar en Sevilla: Extramuros, 2012.

Sobre el autor
Pedro Miguel Omar Svriz Wucherer
Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Nordeste (Argentina). Máster en Historia de Europa, El Mundo Mediterráneo y su Difusión Atlántica. Teorías, Métodos y Nuevas Líneas de Investigación (1492-2000) por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España (UPO). Actualmente se desempeña como Personal Investigador con un Contrato Predoctoral para la Formación del Profesorado Universitario (FPU) en el Área de Historia Moderna de la UPO, financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD) de España. Miembro del Equipo de Trabajo del Proyecto de Investigación “Globalización ibérica: redes entre Asia y Europa y los cambios en las pautas de consumo en Latinoamérica (HAR2014-53797-P), dirigido por el Dr. Bartolomé Yun Casalilla y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO) de España. 

Email: pmsvrwuc@upo.es

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