miércoles, 19 de abril de 2017

El fin del shogunato Tokugawa

El enfoque eurocentrista de la Historia por parte de las tendencias historiográficas hasta el siglo XX, ha condicionado nuestra visión y conocimiento de otras culturas no europeas. A día de hoy, en un mundo totalmente globalizado, los sucesos históricos de otras sociedades y culturas siguen siendo para el gran público una asignatura desconocida y pendiente de descubrir.

Uno de los momentos más apasionantes para iniciarse en la historia de Japón fue la sucesión de circunstancias, intereses y batallas, que transformaron de manera vertiginosa un Japón feudal anclado en la tradición y cerrado sobre sí mismo, en una potencia industrial de primer orden. Este rápido proceso generó  partidarios y detractores, los cuales, se enfrentaron en una encarnizada lucha entre dos sociedades antagónicas.

Como breve introducción que nos permita situarnos en la época y la complejidad de la situación, debemos retroceder hasta el punto de partida inicial que supuso la victoria del ejército del daimyô (término equivalente al señor de nuestra época feudal)  Ieasu Tokugawa frente a otros daimyôs en la batalla de Sekigahara en 1600, victoria que le otorgará prácticamente el control sobre todo Japón. En 1603 el Emperador le proclama shôgun. Este título aparece ya en el siglo VIII, haciendo referencia a un comadante o  caudillo que estaba al frente de los ejércitos. A partir del siglo XII, la figura del shôgun, se instauró de manera permanente. Con el tiempo el poder del Shogun creció llegando  a ser superior incluso a la autoridad del emperador.

Ieasu Tokugawa estableció un férreo control sobre los otros daimyôs que quedaron bajo su mando. Este período denominado Edo o período Tokugawa engloba desde 1603 a 1868. El clan Tokugawa gobernó Japón aproximadamente durante 250 años, bajo un régimen que podemos definir como feudal y que posibilitó una estabilidad del país frente a los anteriores conflictos internos entre daimyôs, como los vividos en el Período Sengoku (1467-1568) con la denominada Guerra de Ōnin.
El sistema de gobierno que estableció el clan Tokugawa pasó a ser conocido como Bakuhan. En esencia se trataba de un sistema dual, en el que el Shogun se encargaba de la autoridad nacional, dejando la organización regional en manos de los daimyôs. Coordinar este sistema dual, supuso un incremento de las labores burocráticas. En estos momentos se produce una progresiva asimilación de los samurái en las labores administrativas y de la Corte, a la par que su función como guerreros tras casi 800 años se reduce  un plano casi ceremonial. Las medidas Tokugawa obligaron a los samurái que no supieron adaptarse a convertirse en rōnin, es decir, samurái sin señor.


Grupo samurái

Podemos observar este progresivo cambio en el rol del samurái  en la magnífica película de Yojiro Takita “La espada del Samurái”.

Durante el shogunato de los Tokugawa Japón había vivido inmerso en una época de aislamiento frente a las influencias exteriores: sus únicos contactos se limitaron a chinos y holandeses. Esta política se conoció como sakoku, literalmente, país cerrado. La situación cambió en 1853 con la llegada del comodoro Perry al mando de la flota estadounidense. Japón se convierte en un tablero de juego donde confluyen diversas estrategias: intereses económicos occidentales, aspiraciones de los  daimyôs no afines a los Tokugawa, los partidarios de abrir Japón a las desconocidas tecnologías occidentales, los que deseaban ver al Emperador nuevamente al mando de Japón y los que en definitiva luchaban  por la supervivencia de un régimen que había proporcionado estabilidad por más de 250 años.

La aparición en Japón de la flota del Comodoro Matthew Perry es conocido como Kuro-fune raikō literalmente la “llegada de los barcos negros. La intención era forzar al shôgun a un acuerdo comercial que permitiera el comercio estadounidense en los puertos japoneses. La debilidad japonesa quedó patente al no tener una armada capaz de hacer frente a la llegada de Perry, viéndose obligados a aceptar una serie de tratados comerciales no sólo con los americanos (Tratado de Kanagawa – Tratado de Harri)  sino también con otras potencias occidentales.


Los "Barcos Negros"

Esta debilidad por parte del Bakufu (nombre con el que se denominaba al Gobierno del Shogun) desencadenará el período denominado Bakumatsu no Dōran (fin del régimen Tokugawa) que dará paso a una nueva etapa, un nuevo Japón abierto a las influencias y comercio exterior  conocido como Revolución Meiji.

Ante esta situación, la mayor parte de la aristocracia comprendió la necesidad de modernizar Japón para poder competir en igualdad de condiciones frente a las potencias occidentales aunque eso supusiera una renuncia a sus derechos. Estos daimyôs apoyarán al Emperador frente al gobierno del Bakufu, formando el grupo denominado Ishin Shishi. Podemos destacar al frente de este grupo al denominado triunvirato Ishin: Toshimichi Okubo, Saigō Takamori y Kogoro Katsura. Es en este conflictivo período Bakumatsu no Dōran (fin del régimen Tokugawa) cuando nace el Shinsengumi como respuesta a los Ishin Shishi.

El origen de la organización estaría en un grupo precedente denominado el Roshigumi, grupo de 234 rōnin, fundado por Kiyokawa Hachirō. El grupo se disolvió ante las dudas respecto a las verdaderas intenciones, debido a las sospechas de que realmente hubiera imperialistas infiltrados manejando el Roshigumi.

Trece miembros deciden finalmente escindirse en una nueva organización denominada Shinsengumi. El grupo estaba dividido en tres facciones, al mando de cada una de ellas: Kondō Isami, Serizawa Kamo, y Tomouchi Yoshio.

Eligen como bandera el Kanji (ideograma) Makoto 誠 que podría traducirse como fidelidad o lealtad, todo un síntoma de lo estricto que serán las normas por las que se regirán.

Su función inicial de actuar como una fuerza policial permanente que protegiese la ciudad de Kioto y el palacio imperial, además de combatir a los Ishin Shishi, se empañó debido a los excesos de algunos de sus miembros que les granjeó la enemistad de la población.

Todo ello cambió tras el denominado Incidente de Ikedaya 1864. Los Ishin Sishi tenían como objetivo incendiar la ciudad de Kioto, con la finalidad de aprovechar la confusión para secuestrar  al emperador y llevarlo al territorio del clan Chosuu. El Emperador quedaría de esta manera liberado del control del shogun Tokugawa, dando un golpe definitivo al gobierno del Bakufu. Este plan que hubiera provocado una tragedia al expandirse el incendio por Kioto, fue desmantelado por el Shinsengumi. Este acto le volvió a congraciar con la población y les supuso un incremento de aspirantes en sus filas.

Aunque esta valerosa acción dio un breve respiro al shôgun, la situación era cada vez más compleja. Yoshinobu Tokugawa se resistía a dejar el poder en manos de los imperialistas y en 1868 comenzaron las denominadas  Guerras Boshin, una sucesión de 5 batallas: Toba-Fushimi, Monte Ueno, Nagoaka, Aizu y Hakodate.

Los resultados de las cinco batallas fueron determinantes y el shôgun convocó a consejo al Ishin Takamori Saigo, en el que estuvo presente el jefe de marina shogunal, Katsu Kaishū. El resultado de este consejo fue la rendición del shogunato.

El 3 de febrero de 1868, Mutsuhito fue proclamado Emperador Meiji. La primera reforma fue la promulgación de la Carta de juramento en 1868 establecía los cimientos de la nueva era que junto al  edicto Haitorei o de Abolición de Espadas de 1876, el cual, prohibía a los habitantes, a excepción del ejército y oficiales del gobierno, que portaran armas en la vía pública, lo que supuso el canto del cisne del antiguo Japón y sus samurái. 


BIBLIOGRAFÍA

Prats Roselló, R.  Japón, el período beligerante y los tres unificadores. Universidad de Salamanca, 2013.
Buruma, I. La creación de Japón, 1853-1964. Mondadori, Barcelona, 2003.
Azcárate, M.V. Japón: un original modelo de desarrollo. UNED. Madrid,2001.



IMÁGENES

Grupo samurái


Los Barcos Negros



SOBRE EL AUTOR
                                                           Iván García Casado
Graduado en Geografía e Historia por la UNED, promoción 2016. Su interés por la Historia Medieval y en especial la vinculada a Castilla bajo el reinado de la dinastía Trastámara, le lleva a realizar el Trabajo Fin de Grado titulado: “La Nobleza en el Reinado de Enrique II de Castilla”. En la actualidad sus investigaciones siguen centrando el foco en los siglos XIV - XV, especialmente en Catalina de Lancáster figura sobre quien prepara en estos momentos su próximo proyecto.


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