viernes, 3 de marzo de 2017

El comienzo de la Guerra Civil y la represión en Andalucía

Andalucía jugó un papel muy peculiar en el desarrollo del periodo histórico más oscuro del siglo XX en España: la Guerra Civil (1936 – 1939).


El 17 de julio de 1936 se produjo en la guarnición de Melilla el primer acto del levantamiento militar contra el gobierno de la República, que venía preparándose desde el mes de marzo. El 18 de julio se sucedieron insurrecciones en todas las guarniciones peninsulares comprometidas con los conspiradores y, en algunos sitios se produjeron ya los primeros enfrentamientos sangrientos entre sublevados y defensores de la República. El lunes 20 salieron a combatir las primeras columnas desde el norte para converger hacia Madrid. Desde ese momento, la sublevación contra la república, que estuvo pensada como un golpe de estado “violento y fulminante” (según las palabras de su máximo artífice, Emilio Mola Vidal) para acabar con el gobierno del Frente Popular y sustituirlo por una dictadura “transitoria”, degeneró en una guerra civil de casi tres años de duración.


Falangistas y requetés celebrando la fiesta de la Hispanidad frente al Ayto. de Zamora (1936)

En los planes de Emilio Mola, general de brigada y comandante militar de Navarra, Andalucía jugaba un papel problemático por varias razones. Una de ellas, es porque no era seguro que el levantamiento simultáneo pensado para todas las guarniciones de la Península triunfase en Andalucía. De hecho, se daba prácticamente por perdida debido a que se había encomendado la jefatura del alzamiento a un personaje de dudosa confianza como era el general Gonzalo Queipo de Llano (ya que en su momento, apoyó la república y, anteriormente, a la monarquía) y no se tenía por seguro el apoyo del pueblo andaluz, al menos no en el caso de los “estratos populares”. Aunque existían ciertas organizaciones políticas y milicias como las de falangistas y carlistas, la población andaluza había dado un sentido claro a su voto en los años de república: Andalucía era un centro fuerte de las ideologías de izquierdas. Sin embargo, también lo era de las derechas acomodadas y reaccionarias, por lo que en los años anteriores a la guerra había sido lugar de conflictos casi permanentes. Las diferencias y desequilibrios entre la ciudad y el campo, entre terratenientes y jornaleros, presentaban a Andalucía como un núcleo muy decisivo en el enfrentamiento militar.

Otra de las razones del particular papel que jugaba Andalucía en el levantamiento es el lugar estratégico que ocupaba en el planteamiento del mismo, ya que era clave para el desplazamiento a la Península del Ejército de África desde Marruecos, que jugaría un papel fundamental una vez fracasado el golpe militar y daba comienzo el enfrentamiento armado. De aquí viene también la especial relevancia del general Franco, gobernador militar de Tenerife destinado a hacerse cargo del ejército sublevado de Marruecos.

Una vez comenzado el conflicto, Andalucía quedó dividida en dos: una zona que permaneció fiel a la república (Almería, Jaén y Málaga) y otra en la que, al contrario de lo que se esperaba, los rebeldes triunfaron de inmediato, como Granada, Cádiz, Huelva y Sevilla (sobre todo en el caso de esta última, en la que los rebeldes no imaginaron nunca que pudiesen controlar el golpe pues sabían de la importancia de las organizaciones obreras y sus barrios populares). Córdoba quedó al principio en una situación confusa y su provincia dividida, y Granada se convirtió en una ciudad controlada por los rebeldes y sitiada prácticamente por los leales. 


La división de España, finales de julio de 1936

Tanto en la zona republicana como en la tomada por los sublevados existió una fuerte represión, y las ejecuciones y los asesinatos se extendieron por todo el país. En la zona nacional estas acciones se dirigieron esencialmente contra los militantes obreros y campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también víctimas de esa represión, que estuvo bastante organizada y controlada por las autoridades militares, lo cual no evitó que pistoleros falangistas protagonizaran asesinatos de forma independiente. El cuerpo militar de los nacionales (encabezados por Queipo de Llano, como ya se ha dicho) impondrá una política de gran dureza, prohibiendo los partidos y las actividades sindicales.

En la zona republicana, los grupos que sufrieron la violencia fueron esencialmente los sacerdotes y las clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue juzgado y ejecutado. Sin embargo, en este bando, tras un periodo de caos inicial (el voluntarismo, la desorganización, la improvisación y la carencia de apoyos por parte del gobierno central darán lugar a crecientes dificultades), el gobierno pudo controlar la represión, que fue atenuándose.


Con respecto a la comparación entre la represión en un bando y en otro, existen numerosos testimonios. Dos ejemplos son los siguientes:

En la Andalucía nacionalista fusilaban a los masones, a los maestros de escuelas tildados de izquierdistas, a las figuras que más sobresalieron a nivel local, así como numerosas personas que cayeron víctimas de la confusión o rencor personal. En la Andalucía revolucionaria las víctimas lo fueron los curas, los frailes, los patronos, las personas de significación derechista”.
Ian Gibson - Queipo de Llano Sevilla, verano de 1936


Las emisiones sevillanas me hicieron cambiar de idea, inclinándome considerablemente a la izquierda. Los republicanos no tenían ningún Queipo de Llano. Era evidente que las ejecuciones masivas en Sevilla superaban con mucho a todo lo que pasaba en Málaga y habían comenzado desde el primer día. Mientras Sevilla, Córdoba y Granada [bando nacional] estaban bañadas en sangre, en Málaga se trataba solo de salpicaduras. Decidí inclinarme por el lado que matara menos.
Testimonio de Brenan en La unión y el movimiento salvador.


Queipo de Llano en una de sus arengas radiofónicas durante la Guerra Civil.

Así pues, el ambiente social en Andalucía era de gran conflictividad. Las huelgas se multiplicaron tras el triunfo de la izquierda en las elecciones de febrero de 1936, hecho que provoca en los trabajadores el deseo de recuperar todo lo que habían perdido en el anterior bienio conservador (en el que se habían dado una bajada de salarios, la clausura de los centros obreros y la persecución o encarcelamiento de sus dirigentes más significativos). Además, existieron numerosos casos de violencia contra los políticos: mientras que en el primer bienio republicano la violencia se limitó a las acciones armadas de los anarquistas (comités de defensa o algún pistolero vinculado al Partico Comunista), ahora se produce un enfrentamiento en el que participan militantes de izquierdas contra patronos o militantes de derechas, de ambos contra las fuerzas del orden público y entre los propios militantes de la izquierda política y obrera (hay que señalar que este hecho no era algo sintomático en España, como después argumentaran los propagandistas del franquismo como defensa de la dictadura, sino que fue producto de la crisis social y política que padecía el sistema liberal en la Europa de entreguerras).

Por otro lado, los brotes anticlericales fueron numerosos y muy graves. En los sectores populares se identificaban a las instituciones religiosas con los grupos económicamente dominantes y se veía al CEDA (partido que aglutinaba a la derecha católica) como al verdadero peligro fascista en España por su clara estrategia anti-obrera (la nada disimulada participación de miembros concretos del alto clero en la campaña electoral de febrero, pidiendo el voto para las candidaturas contrarrevolucionarias).

El fracaso del golpe y el desarrollo de la Guerra Civil dividieron en dos bandos el territorio español, un conflicto enconado que se cobró las vidas de muchas personas tanto en los frentes como en los territorios dominados por unos y por otros como hemos visto. Andalucía no fue menos, no cayó por completo en manos de los nacionales hasta que acabó guerra. La parte oriental de la región se resistió hasta el final, por lo que las consecuencias del conflicto en esta zona de Andalucía fueron menores.

BIBLIOGRAFÍA

Aróstegui Sánchez, J., “La Guerra Civil española y el escenario en Andalucía”, en Andalucía en la Historia, nº5, 2004.

Cuenca Toribio, J.M., “La Iglesia en la Guerra Civil española” en Andalucía y la Guerra Civil. Estudios y perspectivas. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2006.

Cobo Romero, F., “Nuevas categorías conceptuales y teóricas para el estudio de la represión franquista en Andalucía”, en La Represión franquista en Andalucía. Balance historiográfico, perspectivas teóricas y análisis de resultados. Sevilla: Fundación Pública Andaluza Centros de Estudios Andaluces, 2012.

Lacomba, J. A., La represión en Andalucía durante la Guerra Civil. Sevilla: Fundación Blas Infante, 1987.

Preston, P., La Guerra Civil española: reacción, revolución y venganza. Barcelona: Debolsillo, 2014.
Romero Salvadó, F.J., La larga guerra civil española. Granada: Editorial Comares, 2011.


WEBGRAFÍA

www.historiasiglo20.org


IMÁGENES

Falangistas: PARES Centro Documental de la Memoria Histórica,FOTOGRAFIAS-ANDRES,1348

“La división de España, finales de julio de 1936”: La larga guerra civil española. Granada: Editorial Comares, 2011.

“Fusilamientos en Andalucía. Datos generales (1936 – 1945): La Represión franquista en Andalucía. Balance historiográfico, perspectivas teóricas y análisis de resultados. Sevilla: Fundación Pública Andaluza Centros de Estudios Andaluces, 2012.




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