martes, 31 de mayo de 2016

La irrupción del cultivo cafetelero y sus políticas: cambios en el paisaje de Costa Rica.




Costa Rica está considerado el país del café por excelencia y actualmente se encuentra sumergida en una grave crisis ambiental motivada por las políticas llevadas a cabo por sus gobiernos así como por la influencia de la globalización, que han supuesto la trasformación del territorio hasta convertirlo en un monocultivo con serios problemas de desforestación.

Teniendo en cuenta que el paisaje es una realidad influyente, la expansión del café en Costa Rica tendrá un significado social que se verá reflejado en su entorno ya que, cambiará las propiedades de la tierra a lo largo del tiempo, así como los tipos de campesinado. Todo esto motivado por determinadas políticas agrarias vinculadas directamente con el comercio y la economía del país.  

La primera extensión de cultivo cafetalero en Costa Rica vinculada con el comercio exterior se produce a partir de 1840, provocando la transformación paulatina del paisaje del Valle Central, que contaba con suelos muy ricos, de origen volcánico. En esta primera fase, llamada experimental la mayoría del porcentaje de cultivo de café era de uso doméstico y la energía usada para su plantación era la solar y la humana. Se utilizaba el llamado “método seco” que no contaminaba las aguas, posteriormente  se sustituyó por el uso del “método húmedo” a consecuencia del aumento del número de exportaciones del grano, algo que reestructurará la economía de Costa Rica, orientándola cada vez más al mercado internacional, con el consiguiente aumento de la demanda y presión sobre el suelo costarricense.

En muy poco tiempo aquellos suelos tan ricos y variados fueron sembrados casi en su totalidad de café, ocupando comunales, sembrados y bosques, acompañado de una privatización sin precedentes iniciándose el llamado capitalismo agrario. Incluso se legisla para favorecer el acceso individual del labrador a la tierra.

La segunda etapa de expansión de este sistema tendrá lugar por la región de Alajuela- San Ramón (1850-1860) y  la tercera en los Valles de Reventazón y Turrialba (1890).
Esta  evolución transformó los ecosistemas en sus componentes bióticos y abióticos, resultado de la evolución continuada de la naturaleza como consecuencia de la antropización, que transforma el medio material en toda su complejidad.
La consolidación del mercado vinculado al café en Costa Rica se inicia con la apertura al comercio inglés motivado especialmente por Braulio Carrillo Colina. No es que antes no existieran estos contactos, de hecho se empiezan a gestar previamente, tal y como refleja el gráfico, pero en cantidades mucho más reducidas.  El propio estado costarricense, desde los inicios de la expansión del café, se convierte en, de las principales fuerzas de cambio en el paisaje, pues, su intervención a través de políticas de fomento cafetalero continuó en aumento a lo largo de todo el “siglo del café. (Montero, A. 2014).


El papel del estado fue fundamental, ya que impulsó la “reforma liberal”. Es una reforma temprana, ya que, tuvo su origen en el  siglo XIX y se traduce en una legislación que tiene como fin vincular el mercado a la especialización agrícola del café.
La formación de la base territorial para la expansión cafetalera comienza con la apropiación de los terrenos baldíos, ante la necesidad de transformar la estructura de la propiedad territorial. Además, se produce una expropiación de comunales gradual, a partir de decretos que permiten la aparición de un mercado de tierras: la tierra se privatiza, por tanto, se convierte en mercancía.
La difusión de un nuevo sistema de beneficiado también contribuirá al aumento productivo, En este período se empezará a utilizar el beneficiado llamado húmedo, que adelantábamos anteriormente.
De este modo, desde la independencia, Costa Rica, comienza a experimentar una apertura al mercado exterior motivada tanto por factores económicos como por factores políticos y ambientales. Las condiciones ambientales óptimas permitieron la apertura de un nuevo tipo de cultivo  le abrió las puertas al mercado internacional, acompañado por cambios políticos, desarrollándose políticas económicas que, a partir de 1850, sumergieron al país en importantes problemas medioambientales que todavía hoy siguen vigentes, como consecuencia de un cambio de producción tan cerril.
Todo esto, estuvo motivado por las tendencias predominantes en occidente, las cuales influirán de manera decisiva en la producción cafetalera de Costa Rica. Así, desde 1950, la agricultura costarricense será pionera en el ingreso en la llamada “Revolución Verde”, de la producción del café junto a Kenia.
Costa Rica se integrará en la revolución atendiendo principalmente al uso de la fertilización química, la mecanización y las semillas de alto rendimiento, también llamadas híbridas. Este proceso contó con importantes aportaciones políticas que junto con el Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (STICA), promovieron el uso de los abonos químicos haciendo determinadas demostraciones en las parcelas y distribuyendo gran cantidad de panfletos que garantizaban la optimización de los recursos.
La producción de café en Costa Rica se disparó enormemente (de 462.896 fanegas, en 1953, a 2624176, en 1980). Sin embargo, todo este proceso que se presentaba como innovación ventajosa para el país, tuvo fuertes repercusiones medio ambientales y sociales.
Una vez más vemos como las prácticas económicas y políticas occidentales han trascendido en los países menos desarrollados causándoles a corto plazo innumerables problemas, sociales, ambientales, económicos y políticos. Y es que, Costa Rica hizo del café, su principal sustento económico quedando dependiente de los vaivenes de los precios del mercado internacional.
Por último, no hay que olvidar un factor decisivo para esta apertura al mercado exterior que vino forjándose desde la independencia, hablamos del mejoramiento de las vías de comunicación y transportes, que se traduce en la dotación de una infraestructura orientada hacia el exterior, cuya función es la racionalización de la actividad productiva exportadora y comercial.

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