martes, 31 de mayo de 2016

La irrupción del cultivo cafetelero y sus políticas: cambios en el paisaje de Costa Rica.




Costa Rica está considerado el país del café por excelencia y actualmente se encuentra sumergida en una grave crisis ambiental motivada por las políticas llevadas a cabo por sus gobiernos así como por la influencia de la globalización, que han supuesto la trasformación del territorio hasta convertirlo en un monocultivo con serios problemas de desforestación.

Teniendo en cuenta que el paisaje es una realidad influyente, la expansión del café en Costa Rica tendrá un significado social que se verá reflejado en su entorno ya que, cambiará las propiedades de la tierra a lo largo del tiempo, así como los tipos de campesinado. Todo esto motivado por determinadas políticas agrarias vinculadas directamente con el comercio y la economía del país.  

La primera extensión de cultivo cafetalero en Costa Rica vinculada con el comercio exterior se produce a partir de 1840, provocando la transformación paulatina del paisaje del Valle Central, que contaba con suelos muy ricos, de origen volcánico. En esta primera fase, llamada experimental la mayoría del porcentaje de cultivo de café era de uso doméstico y la energía usada para su plantación era la solar y la humana. Se utilizaba el llamado “método seco” que no contaminaba las aguas, posteriormente  se sustituyó por el uso del “método húmedo” a consecuencia del aumento del número de exportaciones del grano, algo que reestructurará la economía de Costa Rica, orientándola cada vez más al mercado internacional, con el consiguiente aumento de la demanda y presión sobre el suelo costarricense.

En muy poco tiempo aquellos suelos tan ricos y variados fueron sembrados casi en su totalidad de café, ocupando comunales, sembrados y bosques, acompañado de una privatización sin precedentes iniciándose el llamado capitalismo agrario. Incluso se legisla para favorecer el acceso individual del labrador a la tierra.

La segunda etapa de expansión de este sistema tendrá lugar por la región de Alajuela- San Ramón (1850-1860) y  la tercera en los Valles de Reventazón y Turrialba (1890).
Esta  evolución transformó los ecosistemas en sus componentes bióticos y abióticos, resultado de la evolución continuada de la naturaleza como consecuencia de la antropización, que transforma el medio material en toda su complejidad.
La consolidación del mercado vinculado al café en Costa Rica se inicia con la apertura al comercio inglés motivado especialmente por Braulio Carrillo Colina. No es que antes no existieran estos contactos, de hecho se empiezan a gestar previamente, tal y como refleja el gráfico, pero en cantidades mucho más reducidas.  El propio estado costarricense, desde los inicios de la expansión del café, se convierte en, de las principales fuerzas de cambio en el paisaje, pues, su intervención a través de políticas de fomento cafetalero continuó en aumento a lo largo de todo el “siglo del café. (Montero, A. 2014).


El papel del estado fue fundamental, ya que impulsó la “reforma liberal”. Es una reforma temprana, ya que, tuvo su origen en el  siglo XIX y se traduce en una legislación que tiene como fin vincular el mercado a la especialización agrícola del café.
La formación de la base territorial para la expansión cafetalera comienza con la apropiación de los terrenos baldíos, ante la necesidad de transformar la estructura de la propiedad territorial. Además, se produce una expropiación de comunales gradual, a partir de decretos que permiten la aparición de un mercado de tierras: la tierra se privatiza, por tanto, se convierte en mercancía.
La difusión de un nuevo sistema de beneficiado también contribuirá al aumento productivo, En este período se empezará a utilizar el beneficiado llamado húmedo, que adelantábamos anteriormente.
De este modo, desde la independencia, Costa Rica, comienza a experimentar una apertura al mercado exterior motivada tanto por factores económicos como por factores políticos y ambientales. Las condiciones ambientales óptimas permitieron la apertura de un nuevo tipo de cultivo  le abrió las puertas al mercado internacional, acompañado por cambios políticos, desarrollándose políticas económicas que, a partir de 1850, sumergieron al país en importantes problemas medioambientales que todavía hoy siguen vigentes, como consecuencia de un cambio de producción tan cerril.
Todo esto, estuvo motivado por las tendencias predominantes en occidente, las cuales influirán de manera decisiva en la producción cafetalera de Costa Rica. Así, desde 1950, la agricultura costarricense será pionera en el ingreso en la llamada “Revolución Verde”, de la producción del café junto a Kenia.
Costa Rica se integrará en la revolución atendiendo principalmente al uso de la fertilización química, la mecanización y las semillas de alto rendimiento, también llamadas híbridas. Este proceso contó con importantes aportaciones políticas que junto con el Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (STICA), promovieron el uso de los abonos químicos haciendo determinadas demostraciones en las parcelas y distribuyendo gran cantidad de panfletos que garantizaban la optimización de los recursos.
La producción de café en Costa Rica se disparó enormemente (de 462.896 fanegas, en 1953, a 2624176, en 1980). Sin embargo, todo este proceso que se presentaba como innovación ventajosa para el país, tuvo fuertes repercusiones medio ambientales y sociales.
Una vez más vemos como las prácticas económicas y políticas occidentales han trascendido en los países menos desarrollados causándoles a corto plazo innumerables problemas, sociales, ambientales, económicos y políticos. Y es que, Costa Rica hizo del café, su principal sustento económico quedando dependiente de los vaivenes de los precios del mercado internacional.
Por último, no hay que olvidar un factor decisivo para esta apertura al mercado exterior que vino forjándose desde la independencia, hablamos del mejoramiento de las vías de comunicación y transportes, que se traduce en la dotación de una infraestructura orientada hacia el exterior, cuya función es la racionalización de la actividad productiva exportadora y comercial.

Bibliografía.

Aguilar, J., Barboza, C.,  León, j., El desarrollo Tecnológico del Café en Costa Rica, San José: Conicit, 1982.
Bermúdez, M., Erosión hídrica y escorrentía superficial en el sistema de café, Costa Rica: Tesis de Maestría inédita, 1980.   
Granado, C,. El impacto ambiental del café en la historia costarricense, Universidad de Costa Rica, 1994. 
Gudmundson, L., Costa Rica antes del café,  San José: ECR, 1993.
Hall, C.,  El café y el desarrollo histórico-geográfico de Costa Rica, San José: Editorial de Costa Rica, 1991.
Hilje, B., La colonización agrícola de Costa Rica, San José: EUNED, 1991.
Montero, A.,   Viales, R.,  “Agriculturización y cambios en el paisaje. El banano en el Atlántico/Caribe de Costa Rica (1870-1930)”,  Halac, n º2 (2014), 310-338.
Peters, G,. Torres, M.,  Los mercados del café de exportación costarricense 1830-1996. Universidad Nacional: Heredia, 1997-1999.
Picado, W., “Los significados de la revolución. Semántica, temporalidad y narrativa de la Revolución Verde”. Halac, nº 2 (2014), 490-521.
Picado, W., “Conexiones de la Revolución VERDE. Estado y cambio tecnológico en la agricultura de Costa Rica durante el período 1940-1980”. Tesis doctoral: Universidad de Santiago de Compostela, 2012.  
Picado, W., Ledezma, R.,  Granados, R., “Territorio de coyotes, agroecosistemas y cambio tecnológico en una región cafetalera de Costa Rica”. Revista Historia, Nº, 59-60 (2009), 119-165.
Rojas, G., Café, Ambiente y Sociedad en la Cuenca del Río Virilla, Costa Rica (1940-1955). Costa Rica: Editorial Universidad Costa Rica, 2000.  .
Wrigley, E., Cambio, continuidad y azar. Carácter de la revolución industrial inglesa, Barcelona: Editorial Crítica, 1988.
Imágenes:
Hall, C.,  El café y el desarrollo histórico-geográfico de Costa Rica, San José: Editorial de Costa Rica, 1991.






jueves, 26 de mayo de 2016

Los Tudor: análisis histórico y crítico de la serie

- Creada por Michael Hirst
- 4 Temporadas, 38 episodios
- 1 hora por capítulo aprox.
- Periodo de emisión: abril 2007 - junio 2010
- Rodada en Irlanda

Las series de televisión de corte histórico han vuelto a ponerse de moda y no queríamos dejar pasar la oportunidad de recomendar una de nuestras favoritas, que aunque ya tiene algunos años, es de gran calidad. Los Tudor (The Tudors en versión original) ha sido una de las series históricas más famosas emitidas en televisión. En España su última temporada fue emitida en 2011, y durante todo el recorrido la serie contó con altos índices de audiencia. 


Basada en el reinado del monarca Enrique VIII , la serie trata de desmontar cada trama que rodeaba al rey y a su entorno: intrigas, matrimonios, infidelidades, pactos, ejecuciones...

El elenco de actores es magnífico: destacar la presencia de Sam Neil (protagonista de Jurassic Park) en el papel del Cardenal Wolsey y de Natalie Dormer, actriz más que conocida por todos por su papel de Margaery Tyrrell en Juego de Tronos o Cressida en Los Juegos del Hambre, representando en esta ocasión a la muy célebre Ana Bolena. Como protagonista nos encontramos con Jonathan Rhys-Meyers, interpretando a Enrique VIII de una forma excepcional, aunque el actor no tenga nada en común con el supuesto aspecto que tendría en realidad Enrique VIII según los testimonios artísticos (aunque en realidad, puede decirse que con casi ningún personaje existe un parecido estricto).


A la izquierda, el retrato de Enrique VIII realizado por Hans Holbein el Joven. A la derecha, Enrique VIII en la serie.





Un aspecto que llamó nuestra atención al ver la serie fue la vestimenta de los personajes, muy cuidada y rica. Muchos de ellos llevan atuendos similares a los que aparecen en las pinturas. Los ejemplos de Tomás Moro y Ana Bolena son muy claros:


Otro punto a destacar, esta vez como algo negativo, es la baja calidad de las panorámicas de los escenarios en los que se dará la escena. Los castillos en muchas ocasiones están hechos por ordenador de una forma más que descarada, y esto le quita algo de prestancia a la serie. 

Desde el punto de vista histórico la serie tiene aspectos positivos y negativos, como todas las de este tipo. Sin embargo, si vemos la serie en su totalidad, los aspectos positivos se nos antojan más numerosos y provechosos.

Una de las cosas que mejor se percibe en la serie es el ambiente general tanto dentro de la corte, del reino y también fuera de él. La historia y la serie se desarrollan en un momento intelectual muy específico en el que humanistas como Erasmo de Rotterdam o el mismo Tomás Moro están haciendo públicas nuevas ideas y perspectivas de muchos aspectos sociales, religiosos y políticos. Además estos conocimientos no se están quedando en manos de pocas personas, sino que gracias a la imprenta, se difunde de forma rápida, sobre todo por las cortes. En este sentido se ve cómo Enrique VIII es un monarca preocupado por cultivarse intelectualmente (quizá de forma algo exagerada) y lee todo lo que cae en sus manos tanto de autores contemporáneos como clásicos, rodeándose de una corte en gran parte preocupada como él de las nuevas publicaciones e ideas de los humanistas.

A lo anterior hay que añadir el contexto religioso, ya que en toda Europa están estallando guerras de religión entre católicos y reformados, hecho que no solo va a influir en la diplomacia, sino también en la circulación de personas y de ideas de un lugar a otro en busca de protección. Este aspecto también queda retratado de puntillas en la serie, sobre todo a partir de la ruptura del monarca con el papado.

Como hemos dicho la diplomacia forma parte esencial de la serie, donde se puede apreciar perfectamente cómo Enrique hace y deshace pactos tanto con Francisco I de Francia como con Carlos I de España, con sus correspondientes enlaces matrimoniales de los que participaban sobre todo las hijas e hijos de los diferentes monarcas, pero que también podían incluir las hermanas o las primas de estos. Los matrimonios de conveniencia eran uno de los actos más frecuentes de las relaciones internacionales de la Edad Moderna, eran la garantía de cumplimiento de los acuerdos, aunque tal y como se puede apreciar en la serie, estos acuerdos eran francamente débiles en muchas ocasiones.

Enrique VIII con su tercera esposa, Jane Seymour

También como parte de ese trasfondo que envuelve la serie están las revueltas ciudadanas derivadas de la confusión y la ambigüedad política que caracterizó el reinado de Enrique VIII y su establecimiento de la Iglesia Anglicana como una Iglesia de Estado. Estas revueltas son especialmente protagonistas en la tercera y principios de la cuarta temporada.

El reflejo del carácter del monarca y su paulatino empeoramiento es uno de los logros de la serie. Además de su relación con las diferentes mujeres que tanto influirán tanto en su personalidad como en sus decisiones políticas, y que siempre parecen responder simultáneamente a sus caprichos y sus aspiraciones públicas.

El último punto que nos gustaría destacar es la magnífica forma en la que se retrata la manera en que Thomas Cromwell, como canciller inclinado a la Reforma, pretende influir en todas las capas sociales mediante la financiación y puesta en escena de obras de teatro de características muy particulares. Estas obras habitualmente contenían una crítica feroz a las instituciones eclesiásticas, a su corrupción y a su entrega por entero a la lascivia, la usura y la pomposidad, alejados del mensaje que ellos mismos predicaban. En la serie se pueden ver representaciones de obras muy parecidas a las de autores como John Bale (por ejemplo King Johan, Albion Knight o The Three Laws) o de Nicholas Udall (como Jacob and Essau), con continuas referencias al Papa (con figuras como la Prostituta de Babilonia) y al clero en general, a la Monarquía Hispánica (exponente de lo católico) y a los propios monarcas (normalmente alabando su buen hacer).

Por su parte, los aspectos más negativos que hemos encontrado en la serie son por ejemplo la continua identificación de lo español como lo católico, corrupto, idólatra y fanático, representado por la reina Catalina primero y después por su hija María (más conocida a posteriori como Bloody Mary o María la sanguinaria); además del desenlace incompleto y descuidado de algunas tramas como la referente a la hermana del rey (que en realidad mezclan la historia de las dos hermanas de Enrique en solo una).


María Tudor, posteriormente conocida como María la Sanguinaria

El último de estos puntos negativos, es la falta de rigor histórico en detalles como las ejecuciones de personas notables, las cuales no se llevaban a cabo en público, sino en una torre privada, o la aparición de los papas en San Pedro del Vaticano, cuando en realidad esta basílica no se terminó hasta 1626. Aunque esto es ponerse algo quisquilloso y si tuviéramos que comentar todos los pequeños fallos que hemos encontrado la reseña sería excesivamente larga y tampoco se trata de eso.

No podríamos concluir sin nuestra particular recomendación de esta serie, ya que no solo es históricamente aceptable, sino que además resulta muy entretenida e interesante de ver.

Bibliografía

Álvarez Recio, L. Rameras de Babilonia, Salamanca: Universidad de Salamanca, 2006.

Imágenes

Enrique VIII pintura
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/8a/Hans_Holbein_d._J._074.jpg/260px-Hans_Holbein_d._J._074.jpg

Enrique serie
https://theinquisitiveloon.files.wordpress.com/2012/12/the-tudors-henry-viii.jpg

Ana Bolena serie
http://st-listas.20minutos.es/images/2010-09/253608/2680252_640px.jpg?1317404126

Ana Bolena pintura
https://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Bolena#/media/File:Anneboleyn2.jpgTomás Moro pintura

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/d/d2/Hans_Holbein,_the_Younger_-_Sir_Thomas_More_-_Google_Art_Project.jpg/245px-Hans_Holbein,_the_Younger_-_Sir_Thomas_More_-_Google_Art_Project.jpgTomas Moro serie
https://monsieurdevillefort.files.wordpress.com/2010/08/thomas-more1.jpg

Enrique VIII con Jane Seymour:
http://www.elcinedeloqueyotediga.net/wp-content/uploads/2009/10/CineenserieLosTudorTemporada301.jpg

María Tudor: 
https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/236x/3e/32/87/3e3287590c89f7ddd905e0100370dfed.jpg


Sobre los autores:

Natalia Avilés

Graduada en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015. Durante estos años incrementa su afición por el conocimiento de la Historia de las Religiones, centrándose especialmente en judaísmo y cristianismo. Realiza al final de este ciclo un Trabajo de Fin de Grado sobre hermandades de penitencia, gloria y sacramentales de la ciudad de Sevilla en el siglo XVI, siendo en éste muy protagonista la cultura popular. Actualmente cursa el Máster en Religiones y Sociedades, organizado por la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad Internacional de Andalucía.


Jonatán Orozco Cruz
Graduado en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide, promoción 2011-2015; años en los que desarrolló su interés en las redes, los agentes y los productos en circulación por los circuitos de la Monarquía Hispánica entre los siglos XV-XVIII, conocimientos que se materializaron en el Trabajo Fin de Grado titulado: "La revisión de una alianza: Génova y la Monarquía Hispánica tras la crisis de 1640 (1648-1656)". Además, muestra interés por la historia cultural, militar y de género. Actualmente cursa el Máster en Religiones y Sociedades, organizado por la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad Internacional de Andalucía.



domingo, 22 de mayo de 2016

"XIV Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna"

Del 1 al 3 de junio tendrá lugar en Zaragoza la XIV Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna que constará de dos secciones, por un lado El Rey Fernando el Católico y, por el otro, la  religión, tolerancia y sociedad en la España Moderna. Para más información, pincha la siguiente imagen:

http://fehm2016.unizar.es/

martes, 17 de mayo de 2016

El feminismo en la Ilustración: Wollstonecraft y Rousseau

La historiografía del siglo XX había marcado el inicio del feminismo en los grupos de sufragistas que desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX reclamaban el voto para la mujer como primer paso para participar de la vida pública en igualdad con los hombres. Sin embargo en las postrimerías del siglo XX y en la actualidad, se considera que el feminismo, no solo tiene fuertes raíces ilustradas, sino que la vindicación por la igualdad se empieza a reclamar a la vez que Rousseau, Montesquieu, Kant, o Thomas Paine escribían sobre libertades políticas y la auténtica legitimidad del poder político. Esta vindicación fue de la mano de autores como el marqués de Condorcet, Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft.


M. Wollstonecraft

Hoy en día la Ilustración se sigue estudiando a todos los niveles en relación a un periodo y unos autores concretos que son leídos y en cierta forma admirados. Sin embargo esto se hace dejando fuera a otros muchos que no se destacan, dejando entrever que la Ilustración se desarrolló en base a las ideas de unos pocos iluminados, cuando en la práctica los autores del llamado “siglo de las luces” fueron muchos y variados.

Entre los que siempre destacamos están Kant con su lema “sapere aude!” (atrévete a saber), o su persistencia en eliminar todo tipo de prejuicios, en salir de la “autoculpable minoría de edad” y de la tutela que hasta el momento el Estado ejercía sobre sus ciudadanos. El segundo de los destacados es Rousseau que, siguiendo a Kant, decía que “el hombre ha nacido libre y por todas partes se encuentra encadenado” y que era hora de que los ciudadanos formaran parte importante de un contrato social que garantizara sus derechos naturales por encima de todo. Eran autores muy preocupados por cómo articular las nuevas ideas para que rigieran la sociedad a través de la educación del ciudadano y su necesaria expresión en el espacio público. Estas ideas eran algo muy extendido entre los ilustrados, las cuales eran debatidas y defendidas por muchos de ellos y por eso sirvieron de inspiración a la primera declaración de derechos universales: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.


I. Kant

Sus ideas han sido muy válidas, tanto que en la actualidad siguen siéndolo y que cuando nos refiramos a nuestros derechos todos miremos a la Ilustración como su origen teórico. Sin embargo, estos autores escribieron sus derechos en masculino, y no porque fuera precisamente el masculino genérico que al decir “hombre” se refiere a “ser humano”, no, sino porque a la vez que exponían estos pensamientos igualitarios y universales, escribían un apartado diferenciado para la mujer.

Esto se percibe de una forma muy clara en la obra de Rousseau “Emilio” o “De la educación”, que pretendía ser un manual para la educación del ciudadano. El ginebrino en este tratado exponía cómo el buen ciudadano debía ser educado para regirse por su propia conciencia y desterrar toda clase de prejuicios, se le debe inculcar la autonomía moral y enseñarle las herramientas para el ejercicio público de la política que debía ejercer todo ciudadano. Pero el quinto libro del Emilio está dedicado a Sofía, que representa a la mujer en la sociedad y en el que explica que, mientras el hombre debe expresarse políticamente en el ámbito público, la mujer debía quedarse en casa cuidando de los hijos y educándolos para que fueran buenos ciudadanos. Y, mientras que el hombre debía regirse por su propia conciencia y no dejarse llevar por nadie, la mujer tenía que guiarse por el juicio de los demás, es decir, la comunidad de hombres que iba a juzgarla bien o mal según cómo desempeñara su papel social. Esta diferenciación no se justificaba por el capricho de Rousseau, sino porque decía que las mujeres eran diferentes al hombre por naturaleza, y que por tanto la división del trabajo debía ser consecuente con ello, puesto que el contrato social solo se podía llevar a cabo entre iguales, es decir, entre hombres. El papel de la mujer quedaba así relegada a hacer la vida más placentera a los ciudadanos. La mujer sería hija, esposa y madre de ciudadanos, pero nunca sería ciudadana. En relación a esto, decía Rousseau:

“La educación de las mujeres debe estar en relación con la de los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, educarlos cuando niños, cuidarlos cuando mayores, aconsejarlos, consolarlos, hacerles grata y suave la vida son las obligaciones de las mujeres en todos los tiempos, y esto es lo que, desde su niñez, se les debe enseñar.” Rousseau en el Emilio o de la educación 1762.


J. J. Rousseau

Las respuestas a esta incoherencia no tardarían en llegar por parte de esos otros ilustrados que no suelen enseñarse en los institutos ni en muchas carreras como los mencionados al final del primer párrafo de este artículo. Wollstonecraft, Olympe de Gouges y Condorcet, tres autores destacados que van a criticar duramente a Rousseau y a todos aquellos que defendían sus teorías.

Dos años después de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, Olympe de Gouges publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791), calcando la primera excepto que donde ponía “hombre” ella puso “mujer” dejando ver lo absurdo y a la vez la importancia que tenía excluir a la mitad de la especie de estos derechos.

El marqués de Condorcet por su parte publicó en 1790, Acerca de la Instrucción pública, donde expresa la necesidad de no excluir a las mujeres de ningún tipo de enseñanza y propone la educación mixta como una forma de hacerlo encajar.

Sin embargo, Mary Wollstonecraft merece especial atención en este artículo, ya que con su Vindiación de los Derechos de la Mujer (1792), critica frontalmente el Emilio de Rousseau. Mary Wollstonecraft era una maestra londinense que además escribía profusamente y se reunía de manera frecuente en salones y clubs con los pensadores más importantes del momento. En el momento que el Emilio cayó en sus manos, confesó quedar admirada por el modelo educativo propuesto, sin embargo, cuando llegó al libro quinto y se percató de que Rousseau había dedicado un apartado a la necesidad de una educación diferente entre el hombre y la mujer, decidió responder. Su vindicación también es un tratado sobre la educación en el que expone que la mujer no es diferente al hombre, la mujer es diferente al animal en tanto que ser racional, y por tanto lo que la hace diferente es la educación. Por ello abogaba por la adquisición de “las virtudes humanas por los mismos medios que los hombres, en lugar de ser educadas como seres a medias”, y denuncia que lo que Rousseau llamaba la inocencia de la mujer como algo que debía conservarse ante la corrupción del ámbito público, no era más que la forma cortés de llamar a la ignorancia.

Haciendo referencia a una respuesta de Rousseau en la que decía que la mujer quería educarse para ser superior al hombre, Wollstonecraft dice que su objetivo no es “que las mujeres tuviesen poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” palabras que después repetirán las representantes más destacadas de las olas de feminismo posteriores.


M. Wollstonecraft

Esta Vindicación de los Derechos de la Mujer se publicó para influir en los constituyentes de la Asamblea francesa de 1791 en contrapartida a la influencia que la obra de Rousseau había cosechado en las últimas décadas. La obra de Mary Wollstonecraft era más que una reivindicación por los derechos de la mujer, una reivindicación por su carácter individual y por su calidad moral, por ello Wollstonecraft será una pensadora feminista tan recurrente en el siglo XX, una vez ganado el sufragio en muchos países occidentales, cuando Simone de Beaviour escribe sobre los nuevos problemas del segundo sexo. Por ello pienso que estos ilustrados e ilustradas deberían ser más estudiados y, sobre todo, difundidos a todos los niveles.

Bibliografía
Beltrán, E., Maquieira, V. (eds.), Feminismos: debates teóricos contemporáneos, Madrid: Alianza Editorial, 2012.

Rousseau, J.J., Discurso sobre el origen de los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Madrid: Alianza Editorial, 1980.

-Emilio o de la educación, Madrid: Alianza Editorial, 1990.

Wollstonecraft, M. Vindicación de los Derechos de la Mujer, Madrid: Cátedra, 1996.

Imágenes

I. Kant:
http://callejerorev.com/wp-content/uploads/2014/05/kant-shooting.jpg

J.J. Rousseau:
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b7/Jean-Jacques_Rousseau_(painted_portrait).jpg/200px-Jean-Jacques_Rousseau_(painted_portrait).jpg

Mary Wollstonecraft:
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/36/Mary_Wollstonecraft_by_John_Opie_(c._1797).jpg

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/bc/MaryWollstonecraft.jpg


martes, 10 de mayo de 2016

La Audiencia de Quito: la crisis de los obrajes de comunidad

La Audiencia de Quito sufrió, en el siglo XVIII, una gran crisis obrajera rural que motivó el crecimiento de la industria doméstica y de los obrajes privados frente al  progresivo descenso de los obrajes de comunidad. Las causas que desencadenaron la crisis del sector textil en la Audiencia de Quito no están aún determinadas, ya que se trata de un conjunto de circunstancias y no de un hecho aislado.
El obraje no es más que la producción de tejidos de lana en un recinto construido para tal efecto y realizado por una fuerza de trabajo. En la zona que nos concierne, la Real Audiencia de Quito, se caracterizó por estar integrado a los pueblos de indios o a las haciendas, siendo rural pero no un taller artesanal.
La desaparición de los obrajes de comunidad se estima que remonta a la década de 1720, coincidiendo con la prohibición del uso de mano de obra indígena para tales fines, así como con el surgimiento del régimen de hacienda  que permitió lo que Salvador Lara ha denominado reflorecimiento de la textilería en obrajes privados, permitidos a los hacendados.
De hecho, desde mediados de siglo, la desarticulación de la fuerza de trabajo de los obrajes de comunidad era clara. La Real Audiencia de Quito en carta de dos de junio de 1646 al Virrey de Perú, Marqués de Mancera, recuerda la “decadencia de los obrajes de esos corregimientos (Riobamba, Latacunga, Otavalo), por falta de indios obreros, que se ausentaban de las villas y van a otros pueblos en busca de mejores salarios”. Al mismo tiempo, los testimonios de los viajeros que visitaron la Audiencia de Quito durante el siglo XVIII, coinciden con los informes y relatos de sus habitantes; la región estaba en una situación dramática de la que no se escapaba ningún nivel social.
Testimonios de la época así como estudios históricos sobre la industria textil colonial, coinciden en que el factor clave de la crisis de la producción obrajera en la Audiencia de Quito fue la competencia de textiles europeos que, desde finales del siglo XVII, invadían aquel mercado en cada vez mayores cantidades, con productos más baratos y de mayor calidad. Si a esto le sumamos las políticas llevadas a cabo por los Borbones, con el fin de salir de la crisis en la que se encontraba inmersa toda la monarquía, se puede entender el efecto negativo que tuvo para los obrajes quiteños.  Además, desde la Guerra de Sucesión española y el Tratado de Utrecht (1715) se abrirán las puertas de las indias al navío de permiso inglés con las consecuencias negativas que esto ocasionó en la economía de la Real Audiencia de Quito, teniendo en cuenta, por ejemplo, el contrabando que originó.
El resultado fue la progresiva constricción de la producción obrajera lo cual avivo la añeja quimera del oro, ya que los inversores con dinero líquido decidieron retirar los capitales que antes destinaban al mantenimiento de los obrajes e invertirlos en la explotación de yacimientos mineros.

La crisis de la producción manufacturera no se reflejaba solamente en el masivo descenso de los obrajes, sino también en el de los trabajadores indígenas empleados en este sector textil.  En esto es importante tener en cuenta los datos que nos ofrece la demografía, ya que vemos como el periodo de expansión de los obrajes coincide con un crecimiento de la población indígena en la sierra. El receso demográfico del siglo XVIII estuvo ligado a la decadencia de los obrajes, debido a la desaparición de los mercados inundados por textiles europeos después del acceso de los borbones.  Las causas de ese fuerte descenso demográfico a principios del siglo XVIII hay que buscarlas en las consecuencias de una serie de catástrofes naturales.
La bajada de la producción minera es considerada como uno de los factores decisivos para la desaparición de los obrajes de comunidad. En el siglo XVIII la producción minera llega a su punto más bajo y la Corona en un intento por revitalizarla  prohíbe el uso de fuerza indígena en los obrajes, lo cual da el golpe definitivo para que desaparezcan los obrajes de comunidad.
A pesar de que durante el siglo XVII la economía de la Audiencia de Quito se monitoriza más  y la plata adquiere gran valor en el mercado, el  descenso de las exportaciones textiles va a provocar una reducción de la llegada de plata a la región lo que agudizará la crisis económica que sufría la Audiencia de Quito.
Además de los crecientes problemas para obtener beneficios, la administración de los obrajes de comunidad no era demasiado eficiente, lo que llegó a repercutir con el transcurso del tiempo, junto con los factores que hemos comentado anteriormente para el cierre de estos establecimientos en favor de los obrajes privados. La cuestión principal fue que cuando no se produjo lo suficiente para pagar el total de la cuota establecida se quitaba dinero del sueldo de los indígenas, por tanto el descontento  se generalizó entre éstos que vieron en los obrajes privados un salario de hasta un 50% mayor que el que recibían en los obrajes de comunidad.
En resumen, los obrajes privados fueron capaces de dar una mayor eficiencia en el uso de los recursos con unos costos de producción más bajos y salarios más altos. A esta competitividad, se suma la prohibición de la Corana de usar mano de obra forzada, la caída de la mina del Potosí así como la apertura del comercio transatlántico a mercaderes de distinta proveniencia, lo cual dio como resultado la crisis de la industria textil en la Audiencia de Quito.



BIBLIOGRAFÍA
Buschges, C.  “Crisis y reestructuración. La industria textil de la Real Audiencia de Quito al final del período colonial”, Anuario de Estudios Americanos, Vol. LII, Nº2 (1995) SEVILLA, ESPAÑA, 75-98.
Colmenares, G. “La Hacienda en la Sierra Norte del Ecuador; Fundamentos económicos y sociales de una diferenciación nacional (1800-1870)”,  Revista Ecuatoriana de Historia, Nº 2 (1992), 4-44.
Grijalva Miño, M. La economía colonial: relaciones socio-económicas de la Real Audiencia de Quito,  Quito: Corporación Editora Nacional, 1984.
Ponce Leiva, P. “Un espacio para la controversia; la Audiencia de Quito en el siglo XVIII”, Revista de Indias, Vol LII, Nº 195/196 (1992), 839-866.
Salvador Lara, J. Historia de Quito, luz de América, Quito:  Editorial TRAMA
Tyrer, R. Historia demográfica y económica de la Audiencia de Quito. Quito: Banco Central de Ecuador, 1988.
Viter estupiñán, T.  El mercado interno en la Audiencia de Quito, Quito: Ediciones del Banco Central del Ecuador, 1997.

IMÁGENES
Banco de la Republica actividad cultural. Biblioteca Luis ángel Arango y su red de bibliotecas: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/cartografia/mapa-de-que-comprende-todo-el-distrito-de-la-audiencia-de-quito.  

martes, 3 de mayo de 2016

Origen, creencias y hábitos de las comunidades esenias


Son una gente única en su género y admirable entre todos los demás del mundo entero, sin mujeres y renunciando a la sexualidad enteramente, sin dinero ni otra compañía que las palmeras.

Plinio, Historia Natural, 5, 17.4


Según Flavio Josefo, historiador judío del siglo I d. C., la sociedad judía estaba dividida en una gran masa de individuos anónimos, más o menos observantes de la Ley, y una serie de grupos que realizaban sus prácticas de una forma especialmente rigurosa y que vivían su religión con más intensidad. Estos últimos grupos son designados por Josefo como “filosofías” o “escuelas filosóficas”, aunque la bibliografía actual los trata como “sectas” del judaísmo. 

Supuesto retrato de Flavio Josefo

Son cuatro las “sectas” con un mayor número de seguidores: la de los saduceos, formada por la clase dirigente de rango sacerdotal que se encontraba en el Templo y la capital; la de los fariseos, un movimiento orientado a la restauración de Israel y que era, por la influencia que poseían sobre las gentes, los verdaderos dirigentes del pueblo judío; los celotas, un grupo formado por el pensamiento contrario a la helenización de Israel que llevaba a cabo constantes rebeliones; y, por último, los esenios.

La teoría más aceptada sobre el surgimiento de este grupo judío es la que relaciona a los habitantes de Qumrán (lugar en el que se descubrieron, entre 1946 y 1956, una gran cantidad de textos de contenido religioso, fechados entre los siglos III – I a. C. y conocidos como los “Manuscritos del Mar Muerto”) con el movimiento esenio y coloca los orígenes del mismo en el grupo de los hasidim de época macabea. Serían una especie de escisión de este grupo (caracterizado por estar muy apegado a la Ley de Moisés) por no estar de acuerdo con la política llevada a cabo por Jonatán, que sería en ese momento sumo sacerdote del Templo y líder del partido nacionalista.

Josefo asegura en Antigüedades de los judíos que, en el siglo I a. C., los esenios eran un grupo de en torno a cuatro mil personas en toda Judea. Vivían en comunas en el extrarradio de las ciudades, aunque algunos de ellos se habían retirado de ellas y habían roto con el Templo por conflictos en el calendario con el resto de los esenios y el desacuerdo con el sacerdocio. Estos esenios escindidos formaron la comunidad de Qumrán en el desierto del Mar Muerto, pues creían ser el último resto del verdadero Israel.

Ruinas de Qumrán

Una de las características principales en la cosmovisión de los esenios es el fuerte determinismo. Para ellos, todo lo que ocurra está determinado previamente por Dios, todos los seres están predestinados, Dios crea sabiendo ya cual será el destino de lo creado. Sin embargo, también creían en una relativa libertad de acción por parte de los seres humanos, y que éstos debían escoger la senda del bien (de la mano de los ángeles) dejando de lado la senda del mal (unida a Satán). Poseían una gran cantidad de libros de literatura religiosa propia, que estudiaban y aceptaban como sagrados con la misma intensidad que las mismas Escrituras. Estos libros versaban sobre el origen de la comunidad y los preceptos de la misma. Algunos esenios consideraban que podían adivinar e interpretar el futuro a través de los textos sagrados.

Los esenios estaban totalmente convencidos de la proximidad de la llegada del Reino de Dios, que vendría tras la lucha contra el mal, representado por todos aquellos pueblos que rechazaban la Ley de Moisés, principalmente los romanos. Las ideas mesiánicas de los esenios eran muy diversas, aunque la doctrina más generalizada es la creencia en la venida de un mesías doble: uno sacerdotal, encargado del cumplimiento de la Ley; otro guerrero, que libraría las batallas contra los extranjeros que dominaban Israel.

Entre sus creencias se encontraban también la concepción corruptible del cuerpo y la inmortalidad del alma. Consideraban el cuerpo como una cárcel temporal. Como los griegos, pensaban que a las almas buenas les estaba reservada una morada más allá del Océano, y a las malas una caverna oscura. Eran muy respetuosos con Dios y con Moisés, hasta el punto de que todo el que blasfemara contra ellos era castigado con la muerte. La observancia del sábado era muy estricta: era un día en el que ni si quiera se atrevían a mover los objetos de lugar o a atender sus necesidades naturales.

Los interesados en ingresar en el grupo de los esenios recibían tres insignias: una azuela, un mandil y una túnica blanca. Tras tres años de preparación, hacían un juramento en el que la persona se comprometía a una franqueza total con los hermanos y a guardar secreto ante los extraños acerca de las doctrinas de la orden. Solo tras este tiempo de preparación podían integrarse plenamente en la comunidad.

Eran admitidos solamente adultos, pero guardaban consigo a sus hijos para educarlos en sus principios. Muchos de ellos eran célibes, pues observaban a la mujer como algo corrupto, aunque el matrimonio no les estaba prohibido. Josefo lo cuenta así en una de sus obras:

Desprecian el matrimonio, pero adoptan hijos de otros mientras aún son dóciles a sus enseñanzas (…) y los modelan según sus costumbres. (…) Se guardan de la lascivia de las mujeres y están persuadidos de que ninguna guarda fidelidad a uno solo.

Poseían una enorme cantidad de rituales, normalmente relacionados con abluciones de purificación y oraciones. Según las palabras de Josefo:

Para con la divinidad solo dicen son verdadera y singularmente piadosos. Así, antes de que nazca el sol (…) solo dicen ciertas oraciones tradicionales dirigidas a él. Después (…) de trabajar con tesón hasta la hora quinta (…) se lavan el cuerpo con agua fría (…) y van juntos a un edificio especial (…), un recinto sagrado. (…) El sacerdote dice una oración antes de la comida y nadie puede probar cosa alguna antes de la oración, después de comer añade una nueva oración; de forma que, tanto al principio como al fin, veneran a Dios como suministrador de lo necesario para la vida. Luego (…) vuelven nuevamente a sus trabajos hasta el atardecer.

Entre los esenios, nadie poseía más que otro, pues había una especie de organismo administrativo que se quedaba con todos los bienes que la persona tuviera y se repartían para todos igual. Ocurre esto también con los salarios que ganan generalmente en la agricultura, que era el trabajo más común entre los esenios. Les estaba prohibido dedicarse al comercio, así como comprar o vender cualquier cosa. Si necesitaban algo o se ponían enfermos, se les atendía desde el fondo común. Lo describe Josefo de esta forma:

Son despreciadores de las riquezas (…) siendo imposible hallar entre ellos alguno que posea más que los otros (…), todos tienen, como hermanos, un solo patrimonio.

Estaban considerados por Filón y Josefo como auténticos maestros de moral. Eran, en resumen, abstemios, sencillos y parcos en sus deseos. Comían y bebían lo justo para saciar el hambre y la sed. Evitaban las emociones pasionales, ya fuera deseo sexual, la rabia o la ira y no optaban a grandes posesiones, solo a lo que les era necesario, desechando únicamente lo que iba quedando inservible por el uso.
Aunque en general se establezca el esenismo como una corriente paralela a la de los fariseos o los saduceos, algunos investigadores, como el teólogo protestante Emil Schürer, los diferencian de entre estas corrientes al no formar un partido político, sino más bien una especie de “orden monacal”.


BIBLIOGRAFÍA
Alvar, J., Blázquez, J.M., Fernández Ardanaz, S., López Monteagudo, G., Lozano, A., Martínez Maza, C., Piñero, A., Cristianismo Primitivo y Religiones Mistéricas. Madrid: Cátedra, 2010, 66 – 74.
Piñero, A., Guía para entender el Nuevo testamento. Madrid: Trotta, 2011, 101 – 104.
Schürer, E., Historia del Pueblo Judío en tiempos de Jesús (Vol.II). Madrid: Ediciones Cristiandad, 1985. 719 – 739.

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