martes, 1 de marzo de 2016

El matronazgo: el ejemplo de Catalina de Ribera en la Sevilla del siglo XV

Catalina de Ribera es un nombre generalmente poco conocido en la capital andaluza. Más populares son los resultados de su labor como promotora artística y servicial en Sevilla: ¿quién no conoce la Casa de Pilatos, el Palacio de Dueñas o el Hospital de las Cinco Llagas, actual Parlamento de Andalucía? Por ello, gracias a la dedicación de nuestra profesora de Historia del Arte, Ana Aranda Bernal, quien ha realizado una gran cantidad de escritos sobre la figura de Catalina, escribo este artículo para dar a conocer a una de las mujeres más importantes de la nobleza medieval sevillana.

Proveniente de dos importantes linajes de la época, los Ribera de Sevilla y los Mendoza de Castilla, Catalina se casa en 1474 con Pedro Enríquez (que había sido el marido de la fallecida hermana de Catalina, Beatriz) hijo del almirante mayor de Castilla y tío de Fernando el Católico. Ambos son, por tanto, personajes importantes en la época. Tienen dos hijos: Fadrique (al que podemos adjudicar el título de fundador de la Semana Santa de Sevilla) y Hernando.

La familia de Catalina desarrolló en tan solo dos generaciones un gran interés por el mecenazgo, utilizando el encargo de obras de arte como medio de promoción social. Prácticamente todos sus hermanos y sus descendientes llevaron a cabo una gran labor artística que acabó siendo el signo de identidad familiar que no es accidental, ya que el ascenso social de la familia fue rápido y tuvo que consolidarse con el prestigio que otorga la posesión de arte y la construcción de edificios.

Catalina y su marido viven los primeros años de matrimonio en el palacio de los Ribera, que se situaba en el solar donde ahora se encuentra la Iglesia de San Luis de los Franceses. Sin embargo, era un asunto peliagudo estar habitando aquel lugar, pues sería herencia del hijo mayor de Pedro que había tenido con Beatriz. Esto junto con la “necesidad” de prestigio de la familia, hizo que buscaran un nuevo hogar: construyeron lo que se conoce actualmente como la “Casa de Pilatos”, en unos solares confiscados por la Inquisición y a los que el matrimonio pudo acceder en 1483. En ellos había locales pertenecientes a judíos que, viendo la dureza del tribunal con los conversos, se marcharon (aunque, realmente, no se conoce si eran o no judaizantes). En ese mismo año compraron la Hacienda de Quintos (en el actual barrio de Montequinto), lugar que pertenece ahora a la Junta de Andalucía. 


Patio interior en la Casa de Pilatos

Es muy importante señalar que es Catalina, personalmente, quien compra estas propiedades, pues su marido no se encuentra presente en ese momento (atareado en la batalla contra los musulmanes en Granada). Además, al fallecer éste en 1492, Catalina toma el papel de administradora de todos los bienes y negocios de la familia, una labor que ya había visto desempeñar a su madre. No solo conservó la riqueza familiar, sino que ésta se vio multiplicada mientras vivió Catalina, lo cual hace que no quepa duda de sus cualidades empresariales.

Otra de las propiedades que la noble adquiere (como finca de recreo, posesión muy de moda entre la nobleza de la época) es una finca de un cristiano esclavizado en Granada que necesitaba el dinero para su rescate: esta es actualmente el Parque de la Buhaira. La alberca, de la época de la Sevilla musulmana, no se ha modificado, y servía para almacenar tanto el agua de la lluvia como la que llegaba del acueducto de Carmona.

Uno de los mayores motivos de preocupación de Catalina era la institución del mayorazgo, pues no deseaba que su hijo mayor tuviese más posesiones que el menor. Al morir Catalina, su heredero se quedaría con la Casa de Pilatos. Por ello, hace construir otro palacio para que el hijo menor tuviese una residencia de características similares: el Palacio de Dueñas.


Interior del Palacio de Dueñas

Catalina va adquiriendo además grandes fincas por campiñas cercanas a la ciudad de Sevilla, por las que se beneficia de grandes rentas.

Puede que su obra más importante y por la que más se recuerda su figura de mujer piadosa es la que fundó en 1500: el Hospital de las Cinco Llagas u Hospital de la Sangre, actualmente la sede del Parlamento de Andalucía. No comenzó a construirse el edificio hasta 1546, bajo la supervisión de su hijo Fadrique, pues Catalina muere en 1505. Este edificio renacentista era un hospital de mujeres y llegó a ser el más importante de la ciudad.
Muchas de las obras de Catalina en el período de su viudez fueron labores esencialmente evergéticas, ya fuese de ella hacia los habitantes de la ciudad o de ella para con su alma. Por eso, también realizó arreglos en distintas capillas e iglesias de diferentes municipios, pues al acercarse la fecha de su muerte, pretendía estar en paz con Dios.

Este tipo de actos son comunes en las mujeres con una determinada capacidad económica desde la época romana, pues hay constancia de que muchas estatuas femeninas encontradas en yacimientos y que hasta hace poco se tenían por diosas son, en realidad, matronas, patrocinadoras de arte que buscaban en favor del pueblo y de los dioses. Un buen ejemplo es el de la sacerdotisa Eumaquia, quien mandó construir un edificio que albergó al gremio de los tintoreros y lavanderos en la ciudad de Pompeya. Sin embargo, sobre el tema del matronazgo aún no se conoce lo suficiente.



Edificio de Eumaquia


BIBLIOGRAFÍA
Aranda Bernal, A. “Sevilla y los negocios de la mar. Recursos que financiaron la arquitectura y el arte a fines del siglo XV”. Atrio 18 (2012): 5-26
Aranda Bernal, A. “Una Mendoza en la Sevilla del Siglo XV. El patrocinio artístico de Catalina de Ribera”. Atrio 10/11 (2005): 5-16
Aranda Bernal, A. “El origen de la Casa de Pilatos de Sevilla. 1483-1505”. Atrio 17 (2011): 133-172.

IMÁGENES:
Edificio de Eumaquia:
Casa de Pilatos: propia
Palacio de Dueñas:




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